Satoru
Parecía que el cielo se caería en cualquier momento, la lluvia amenazaba con llevarse todo lo que estuviera a su paso, maldije y tomé su mano derecha para comenzar a correr en busca de un lugar que nos protegiera de aquel diluvio.
No entendía pero me sentía nostálgico, tuve un vago recuerdo de haber vivido una escena similar en algún momento de mi vida con Utahime. Negué con la cabeza tratando de disipar esas falsas memorias.
— ¿A dónde me llevas? — debía gritar para que la pueda escuchar, el fuerte sonido de las gotas impactando con los tejados no dejaba que se filtren más sonidos. Recordaba que la casa de mis abuelos quedaban girando dos calles, en su testamento la dejaron a nombre de mamá. Sin embargo, Sasaki dijo que no quería vivir allí — Denji conocía ese lugar y venía a molestar cada fin de semana — así que tuvimos que mudarnos a la casa que vivimos hoy en día.
Solía venir los sábados a darle limpieza con Geto; pero tuvo que estar en reposo por lo sensible que están sus ojos debido a la pintura de ayer. Corrimos unas cuantas cuadras más y llegamos, busqué la llave en mis bolsillos con las manos temblando del frío y abrí la puerta sin importarme arrastrar a Utahime en contra de su voluntad.
Estábamos empapados.
Ella estaba pegada a mi, puesto que la tomé de la muñeca y la pegué a mi pecho apenas abrí la puerta. Cuando levantó su mirada, estaba perdido viendo su rostro más pálido de lo normal, sus dientes tiritando y el cabello mojado.
Se veía tierna.
«
Maldecía al mundo con cada paso que daba, la lluvia torrencial y el barro que pisaban mis pies me tenían harto. No podía encender la única lámpara que llevaba conmigo, debía caminar a tientas por el bosque hasta llegar a la aldea.Caminar guiándome de árboles en completa oscuridad bajo la lluvia no era mi actividad favorita. Llegó un punto en que el no hubieron más árboles y mi pie resbaló, quise sujetarme de alguna rama pero fue en vano. Pensé que sería mi fin. Pero terminó siendo lo contrario, porque encontré un techo para pasar la noche.
Me arrastré cojeando hasta la puerta, la empujé y me dejé caer adentro. Me incorporé lentamente para ver a una mujer vestida con una pulcra yukata blanca apuntándome a la cabeza con una espalda. El fuego en su mirada color ámbar me cautivó.
— ¿Quién eres?»
Me tambaleé un poco ante ese recuerdo, logró marearme un poco. Podía notar que mientras más largo fuese el recuerdo, me traería dolor de cabeza y mareos. Utahime me miró preocupada y dejó que me apoye en ella para no perder el equilibrio — Gojo... ¿Qué es este lugar?
Sus palabras lograron sacarme de ese pequeño trance. Me separé de ella y aclaré mi garganta desviando la mirada, no me gustaba sonrojarme pero con ella era una reacción espontánea que no podía explicar.
— Te lo explicaré luego que tomemos un baño — dije encendiendo las luces, caminé por la sala descalzo buscando algo para secarnos — En el piso de arriba, segunda puerta a la izquierda está el baño. Te dejaré ropa para que puedas cambiarte — ella asintió no muy convencida, supongo que creía que nos habíamos metido a la casa de alguien más — Es la casa de mis abuelos, no te preocupes, niña paranoica. No pienso matarte y enterrar tu cuerpo en el jardín.
Mi comentario pareció traerla de vuelta porque su entrecejo se arrugó y rodó los ojos subiendo las escaleras a grandes zancadas. Reí y subí a la habitación de mamá con para buscar algo de ropa, agradecía que aún estuvieran todas las prendas que solía usar Sasaki en su adolescencia; me daba mucha vergüenza tomar ropa interior que perteneció a mi madre para dársela a una chica que me odiaba, es lo más incómodo que he hecho en mi vida.
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𝙀𝙣𝙩𝙧𝙚 𝙧𝙤𝙢𝙖𝙣𝙘𝙚𝙨 𝙮 𝙢𝙖𝙡𝙙𝙞𝙘𝙞𝙤𝙣𝙚𝙨 (PAUSADA)
Fanfiction«Dejavú» era una palabra muy corta para describirlos, ellos eran las piezas de un rompecabezas de antaño que encajaban a la perfección. ¿De dónde Satoru Gojo conocía a la enigmática chica pelinegra de ojos color ámbar? ¿Qué tenía ella para poner s...