45: Inicio del fin

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I: El despertar

Utahime

Aún con los ojos cerrados estiré mi cuerpo, el calor en mi espalda se sentía muy acogedor y cómodo. Abriendo lentamente los ojos pude verlo, su rostro tranquilo, completamente relajado. La forma en la que su pecho subía y bajaba con parsimonia, sus labios rosas y carnosos separados ligeramente.

Satoru tenía un físico increíble.

El calor que emanaba su cuerpo me incitaba a quedarme durmiendo entre sus brazos todo el día.

No obstante...

Estábamos en un viaje escolar.

En un hotel donde se supone solo nos hospedábamos durante tres días.

Fue complicado pasar desapercibidos para estar la noche juntos.

Geto y Nanami tuvieron que disfrazarse de chicas para poder atravesar el pasillo e ir a la habitación que me correspondía compartir con Shoko y Yuki, ya que yo dormí con Satoru en la habitación de este último.

«Ambos chicos me miraron como si estuviera demente, vestirse de mujer no era algo del otro mundo.

Geto y Nanami tenían escrito "duda" en la frente al oír mi petición.

— ¿Es necesario? — preguntó Geto tomando la bolsa de ropa que Yuki le tendió, Nanami hizo lo mismo con la ropa de Shoko.

— Es justo y necesario dice nuestro señor Jesucristo — respondió Satoru cruzado de brazos desde una esquina, nuestros dos amigos compartieron una última mirada y asintieron resignados.

Minutos después salió Geto vistiendo una falda holgada color negro, el cabello suelto, el calcetín que se suponía debía hacerse pasar por su busto bajo el suéter azul estaba casi por su estómago mientras la otra calceta se encontraba en la clavícula. Sus labios mal pintados de un rojo fuerte y unos pequeñas zapatillas rosas.

Nanami por su parte llevaba bien puesto el suéter amarillo, el busto y calcetas estaban en correcto lugar junto con una peluca marrón cubriendo su rubia melena. Sin embargo, su falda estaba mal colocada quedando la parte trasera expuesta dejando a la vista sus bóxers de rayas naranjas. Su labial era rosa pero estaba un poco chorreado de lado.

— Soy Gia — dijo con la voz exageradamente chillona — Y ella es mi amiga Nana — indicó señalando a Nanami, este permanecía callado con las mejillas ardiendo.

El flash de un móvil fue lo único que se apreció en ese momento, adicional del ligero click de una cámara.

— Alguien tenía que hacerlo — declaró Shoko encogiéndose de hombros guardando su móvil»

El solo recordarlo me provocaba muchas ganas de reír, mordí mi labio evitando soltar alguna carcajada y contemplé a mi novio dormir nuevamente. Anoche me llené de valor bebiendo algunos tragos de vodka, la reconciliación entre nosotros se resumía en mi persona llorando, besando a Satoru, alguna que otra caricia ardiente y tensión sexual.

No hicimos nada indebido.

No podíamos permitirnos ese lujo en una habitación de hotel donde teníamos como vecinos a nuestros compañeros de clase.

Lo único que hicimos fue dormir abrazados diciéndonos lo mucho que nos amábamos.

Me asusté al encontrar a Satoru viéndome fijamente con el rostro un tanto adormilado.

Adorable.

Talló sus ojos y me miró con una gran sonrisa pegándome más a su pecho.

— Estás aquí — masculló en mi oído, su cálido aliento logró estremecer mi cuerpo — No fue un sueño.

𝙀𝙣𝙩𝙧𝙚 𝙧𝙤𝙢𝙖𝙣𝙘𝙚𝙨 𝙮 𝙢𝙖𝙡𝙙𝙞𝙘𝙞𝙤𝙣𝙚𝙨  (PAUSADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora