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Muchas gracias!Utahime
«Satoru, puedes confiar en mi»
Mordisqueaba mi labio inquieta, ¿acaso soné muy cursi? Sin embargo, el silencio que reinaba sobre nosotros no era incómodo, de hecho, me gustaba el ambiente entre ambos. Creo que no había necesidad de palabras en este momento, el sonido de las olas, su respiración amena, todo bajo la atenta luz de luna le daba un toque cómplice a la escena; me atrevía a decir que todo parecía como lo narran en las historias románticas.
Hasta que...
Gojo resbaló conmigo en su espalda.
— ¿Por qué cojones hay un maldito hoyo en la arena? — reclamaba hastiado, sacó su pierna de dicho agujero y me ayudó a incorporarme — Utahime, no me mates por romper nuestra burbuja con lo que te voy a decir — me pidió cuando ya estuvimos de pie, mi desconcierto podía verse reflejado en mi rostro.
— Di una estupidez y te asesino — declaré señalándolo con un dedo, Gojo suspiró y me miró con culpa.
— Me acabo de golpear una rodilla y me cuesta estar de pie, no puedo caminar del todo bien — soltó agachando la mirada, desarregló su cabello y volvió sus ojos a mi — ¿Qué clase de príncipe se lesiona mientras lleva a la princesa de regreso al castillo? ¡Parezco un Romeo de cartón!
Princesa, soy una princesa...
No pude contener mis carcajadas, el me miró con clara ofensa para después regalarme una sonrisa cerrada.
— No somos un príncipe y princesa — negué mientras caminábamos cojeando. El albino llevaba su brazo alrededor de mi hombro, íbamos apoyados el uno en el otro tratando de volver a casa — Creo que somos más como Sherk y Fiona — confesé y su expresión se contrajo.
— ¿Me estás diciendo que soy feo como un ogro? Gracias Utahime, tu sí sabes subirle los ánimos a cualquiera — replicó irónico, puse los ojos en blanco y sonreí.
— A lo que me refería es que no somos muy clichés — hice una pausa divisando la casa de Yuki a la distancia — Ya sabes, los chicos se nuestra edad se conocen de forma casual, se enamoran y viven noviazgos de ensueño. No pelean en una escalera, se odian y luego se convierten en amigos para seguir discutiendo — expliqué girando mi rostro hacia Gojo, él me observaba con ambas cejas levantadas.
— ¿Insinúas que debíamos enamorarnos? — cuestionó curioso y pícaro al mismo tiempo, mis mejillas se tornaron rojas y comencé a balbucear incoherencias a raíz del nerviosismo. Su risa me pareció el sonido más... lindo de la noche.
¿Estás oyéndote Utahime?
— Daré mi mejor esfuerzo fingiendo ser un chico tierno y cobarde solo para ti — me guiñó un ojo y por alguna razón, aquello me sonaba mucho a una promesa.
Llegamos a casa de Yuki después de cinco minutos más de caminata, al entrar nos encontramos solo con la luz de la cocina encendida, el resto de la vivienda se encontraba a oscuras. En un sillón de la sala yacía Yuki dormida, las cortinas cubrían los ventanales mientras buscábamos a Shoko y Geto, ruidos en la piscina nos alertaron y decidimos asomar nuestros rostros levantando la cortina un poco.
Dios mío santo.
Shoko... ella... estaba empotrada en una esquina de la piscina con un Geto entre las piernas arremetiendo contra ella.
Gojo parecía igual de atónito que yo, ambos teníamos las mejillas sonrojadas. Quisimos ignorar lo mejor que pudimos que nuestros mejores amigos estaban comiéndose en la piscina.
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𝙀𝙣𝙩𝙧𝙚 𝙧𝙤𝙢𝙖𝙣𝙘𝙚𝙨 𝙮 𝙢𝙖𝙡𝙙𝙞𝙘𝙞𝙤𝙣𝙚𝙨 (PAUSADA)
Fiksi Penggemar«Dejavú» era una palabra muy corta para describirlos, ellos eran las piezas de un rompecabezas de antaño que encajaban a la perfección. ¿De dónde Satoru Gojo conocía a la enigmática chica pelinegra de ojos color ámbar? ¿Qué tenía ella para poner s...