21: Batalla campal

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Utahime

— ¡Espera! ¡Maldita sea, niño soy pobre! ¡Róbale a alguien más! — gritaba mientras seguía a aquel muchacho por los callejones del sector, me gustaban mucho los niños, pero nunca en mi vida quise golpear a uno como en estos momentos.

Me estaba haciendo correr un maratón por robarme la cartera, y mierda, mi actividad física no era mala pero también tenía un límite.

Lo vi girar en una esquina, cuando llegó el momento de alcanzarlo no estaba. Lo único que encontré fue mi cartera en el suelo, tomé grandes bocanadas de aire para regular mi descontrolado ritmo cardiaco y recogí mi cartera, cuando me incorporé unas manos cubrieron mis ojos y maldije para mis adentros.

¿Es que acaso aquel niño trabajaba para alguien? Debía darle una golpiza a cualquier idiota que utilizara a un infante para robar, era un acto inhumano obligar a una pequeña criatura a hacer de señuelo para que otro venga a aprovecharse de la situación. Me giré con las manos del desconocido o desconocida aún sobre mis ojos y sin titubear lancé un puñetazo hacia el frente.

Lo mereces hijo de perra.

Oí un quejido y rápidamente mis ojos quedaron libres, estaba dispuesta a lanzar una patada al desconocido pero ver una figura similar me detuvo. Masajeaba su mejilla con ímpetu al mismo tiempo que soltaba insultos entre dientes.

— Gojo ¿qué haces aquí? — inquirí colocando las manos sobre mis caderas, dejó de masajear su pómulo mirándome con enojo e incredulidad, la zona del impacto estaba roja y levemente hinchada.

— Quise sorprenderte pero creo que el sorprendido fui yo — contestó irónico señalando su mejilla, me mordí el labio y desvié la mirada, debía disculparme por golpearlo sin embargo, fue su culpa asustarme de ese modo.

— Siento mucho eso — indiqué tocando su pómulo herido con sutileza, el albino bufó un poco y se cruzó de brazos — ¿Qué hacías aquí? ¿De casualidad viste a un niño? Se llevó mi cartera y la dejó en el suelo.

— Ese pequeño ladronzuelo era Megumi disfrazado — respondió con desdén, mi entrecejo se arrugó por inercia y lo observé expectante a una explicación — Mmm... verás, mi plan era secuestrarte, jamás precaví que me golpearas; eres impredecible Utahime.

Mis ojos se abrieron un poco ante la respuesta, ¿secuestrarme? ¿Para qué demonios quería secuestrarme? Lo único que hacía era charlar con el joven Kusakabe... Ay carajo ¡Kusakabe!

— No sé para que diantres quieres secuestrarme, pero fue muy grosero de tu parte separarme así de Kusakabe — espeté un poco molesta, la verdad es que Mai y Momo no se daban por vencidas e idearon que yo tuviera una cita "sorpresa" con el primo de Miwa. Lo invitaron a la clase de hoy, eran tan obvio que querían que nos liáramos que me causaba incomodidad.

Cuando todas las tutorías acabaron Mai propuso de manera muy sutil — sarcasmo — que fuéramos a dar una vuelta, convenció a sus compañeros y estos se separaron de nosotros con la excusa de ir al cine, sin embargo yo sabía que estaban espiándonos desde la lejanía. Conocía a mis estudiantes a la perfección.

— Perdón por interrumpir tu cita con ese pelele — se disculpó con denotada falsedad, blanqueé los ojos y flexioné una ceja, ahora que me ponía a pensarlo, ¿cómo Gojo dio conmigo? Es decir, toda esta situación se me hacía muy rara.

Tenía una pequeña corazonada pero, debía escuchar su explicación para confirmar mis sospechas.

— Gojo... ¿acaso tu plan era arruinar mi cita? — pregunté mofándome de su rostro contraído en una mueca, entreabrió los labios listo para hablar pero pareció arrepentirse y quedó callado.

𝙀𝙣𝙩𝙧𝙚 𝙧𝙤𝙢𝙖𝙣𝙘𝙚𝙨 𝙮 𝙢𝙖𝙡𝙙𝙞𝙘𝙞𝙤𝙣𝙚𝙨  (PAUSADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora