Utahime
— Este lugar es enorme — le susurré a Shoko en voz baja, ella asintió y quedamos admiradas ante la casa que teníamos en frente. No era como una mansión, de hecho, tenía un aspecto muy sencillo pero se notaba que era una casa muy espaciosa a pesar de su sencillo diseño.
Eran los últimos días de las vacaciones de verano, la maestra de historia se compadeció de nosotros y nos dio este sábado libre de ensayos para disfrutarlo después de dos semanas enteras de ensayos explotadores. El grupo de actuación debía asistir de lunes a viernes para poder ensayar y tener el guión aprendido; la profesora quería una obra de teatro de calidad. Por otro lado, el grupo de escenografía solo asistía tres veces por semana, ya que el montar cada escenario no era una labor muy difícil.
Yuki nos invitó a pasar estos últimos días a su casa de campo en Kyushu, y ahora estábamos allí admirando el lugar. Seguro se pregunten cómo iban las cosas con Gojo... La ley del hielo que le estaba aplicando parecía no afectarle, pensé que él iría a buscar mi perdón pero una vez más; me equivoqué respecto a Satoru Gojo.
En los ensayos ni siquiera le dirigía la palabra, solo practicábamos las escenas del guión y no cruzábamos diálogos externos. Nuestros amigos también notaban la tensión en el ambiente, sin embargo no podían intervenir, era un asunto que nos competía a ese idiota y a mi. Geto y Shoko tampoco parecían llevarse bien, Yuki trataba de unirnos de nuevo como sea y esta fue su oportunidad para que todos hagamos las paces.
Sin embargo, las dudas e incertidumbre estaban sembradas en mi cabeza desde el momento en que Gojo nombró a su padre, ¿Qué tipo de relación tenían? ¿Por qué era tan desconfiado de todo el mundo? ¿Porqué no podía verme como una simple chica más y tratarme con más respeto? Luego recordé sus crudas palabras, él me veía como una cualquiera que se vende por una cantidad de dinero y... eso dolía.
Yo... sentía que a veces me acercaba al niño tímido y amable que era Gojo, pero su muro de frialdad lograba separarnos al mínimo avance.
Sin duda alguna, Satoru Gojo eres un idiota.
— Muy bien señoritas e inútiles caballeros — dijo Yuki llamando nuestra atención — Bienvenidos a la casa de campo de mi familia — nos guió al interior y como predije, el interior era totalmente espacioso. La sala estaba decorada con colores claros y grandes ventanales, en el patio trasero había una piscina y todo lo necesario para un día de carne a la parrilla.
En la segunda plata estaban las habitaciones, cada una con un baño bien equipado, las dos ultimas habitaciones tenían un balcón que estaba uno al lado del otro. Era una casa muy hermosa.
— Pónganse cómodas, hay una habitación para cada una, así que, pueden escoger cualquiera — decía Yuki mientras llevaba su maleta a una de las recámaras — No obstante, como todo este lío fue improvisado no hay víveres para abastecernos ¿Quién quiere acompañarme a comprar? — Shoko y Gojo fueron los acompañantes de la rubia, mi mejor amiga fue para comprarse unas nuevas cajetas de cigarrillos, mientras el otro compraría un poco de medicinas.
Geto y yo nos quedamos en la casa, en serio quería dormir y descansar un poco porque viajamos de Kioto a Kyushu en la noche del jueves; y apenas podíamos cerrar los ojos sin escuchar a Yuki gritar por la paranoia de que podríamos chocar. Nuestro conductor por defecto fue el único de nosotros que tenía licencia de conducir; Geto Suguru. Fue un una batalla campal intentar dormir escuchando a Yuki rezarle a todos los santos que no tuviéramos un accidente, Shoko de la ansiedad se fumó dos cajas de sus cigarrillos sabor a café por lo que nos vimos obligados a viajar con las ventanas abiertas; estábamos muertos del frío. A eso sumarle que a Gojo le sentó mal un dulce en el camino y debíamos hacer pausas para que no vomite en el auto.
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𝙀𝙣𝙩𝙧𝙚 𝙧𝙤𝙢𝙖𝙣𝙘𝙚𝙨 𝙮 𝙢𝙖𝙡𝙙𝙞𝙘𝙞𝙤𝙣𝙚𝙨 (PAUSADA)
Fiksi Penggemar«Dejavú» era una palabra muy corta para describirlos, ellos eran las piezas de un rompecabezas de antaño que encajaban a la perfección. ¿De dónde Satoru Gojo conocía a la enigmática chica pelinegra de ojos color ámbar? ¿Qué tenía ella para poner s...