5: Tutores

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Utahime

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— Contigo todo es muy impredecible — hablé acurrucándome más en su pecho, lo oí reír al unísono que me estrechaba contra su cuerpo.

— No quiero que me recuerdes como el típico amorío lleno de clichés — tomó mi barbilla con delicadeza obligándome a mirarlo, sus ojos brillaban de forma única — Es más, quiero que nunca me olvides.

— ¿Cómo te olvidaría? Eres mi primer, único y verdadero amor»

— ¡UTAHIME IORI, JURO QUE SINO TE LEVANTAS DE LA CAMA VOY A DERRIBAR ESA PUERTA! — escuché a mi madre gritar desde el otro lado, me incorporé de golpe y miré la hora en mi mesita de noche, eran las 7:04 am.

— ¡MAMÁ TE PEDÍ QUE ME DESPIERTES A LAS 9! — exclamé exasperada mientras revolvía mi cabello.

— Es mi casa y por ende son mis reglas — escuché sus pasos alejarse y me recosté de nuevo en mi cama. Pero sabía que no podría volver a dormir, si volvía a cerrar los ojos, esos sueños con Satoru Gojo continuarían atormentándome y prefería evitarlo. Después de hacer un berrinche silencioso me dirigí al baño para ducharme e iniciar mi día.

Mis fines de semana no solían ser del todo productivos, se definían en despertar, alimentarme, estudiar e ir a patinar con Shoko. No obstante, ahora tenía un "trabajo" y debía pasar tres horas de mi sábado enseñando química, literatura, matemáticas y gimnasia a un grupo de revoltosos pre adolescentes. En vista que todos mis "alumnos" tenían clases de lunes a viernes — incluyéndome — quedamos en dar las tutorías cada sábado desde el mediodía hasta las 3 p.m.

Quería dormir un rato más, toda la semana despertaba temprano para arreglarme y preparar todo para mi jornada de clases; se suponía que mis fines de semana los utilizaba para dormir hasta las 9 de la mañana — pero parece que a mi madre no le gustó mucho la idea ahora que tenía un trabajo.

Agradecía al cielo que Shoko me ayudase a dar las clases de química, ella era muy buena en esa asignatura. Después de un baño rejuvenecedor, bajé a desayunar encontrándome a mis padres muy melosos en la cocina, fue inevitable para mi hacer una mueca y aclararme la garganta.

Sabía que se acercaba su aniversario, pero aún faltaban dos meses, podían esperar ese tiempo para darse su cariño y engendrar a otro hijo si querían. El desayuno estuvo lleno de quejas por parte de mamá sobre la subida de precios en las verduras del supermercado y papá siendo pésimo resolviendo el crucigrama del periódico.

— Hija — me encontraba secando mis manos luego de haber terminado de lavar los platos, giré sobre mis talones encontrando a mis padres de pie en el marco de la puerta — Necesitamos hablar contigo en la sala.

Por instinto, mi entrecejo se arrugó naturalmente, porque la última vez que mis padres me citaron en la sala terminamos teniendo «la charla» sobre las relaciones sexuales y parejas. Fue espantoso porque después de traumar mi mente con pésimos ejemplos de reproducción humana; le pidieron al padre de Shoko — cuyo título en medicina es de psicología, por el amor de dios — que "reforzara" el tema. Dedicamos toda una sesión a hablar de los fluidos vaginales mientras comíamos comida china.

Trataba de prepararme mentalmente para esta plática que asumí, sería sobre mi futuro universitario dado que aún no decido a que universidad presentar el examen el admisión, o mejor dicho, no tengo ninguna carrera a escoger. Estoy en blanco en ello, cada vez que mamá tocaba el tema lo evadía o trataba de posponer hablarlo. Supongo que hasta aquí llegó mi suerte.

Me senté frente a mis progenitores en un pequeño sillón, me sentía como cuando era niña y hacía algún rayón en la pared. Mamá suspiró y le dio un pellizco a papá en el brazo, él pareció reaccionar acomodando sus lentes mientras aclaraba su garganta.

𝙀𝙣𝙩𝙧𝙚 𝙧𝙤𝙢𝙖𝙣𝙘𝙚𝙨 𝙮 𝙢𝙖𝙡𝙙𝙞𝙘𝙞𝙤𝙣𝙚𝙨  (PAUSADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora