7: En tu espalda

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Utahime

Había transcurrido exactamente un mes desde el incidente bajo la lluvia y mi vida en la escuela se había vuelto un calvario. Bueno, estoy siendo un poco exagerada, pero desde que fuimos reprendidos por el director Yaga en la enfermería; Geto y Gojo pasaban pegados a nosotras como unas sanguijuelas en la hora del almuerzo, en clases y en trabajos grupales.

Shoko y Geto congeniaban muy bien, de hecho, eran ellos quienes mantenían pláticas amenas y pacíficas, al contrario que Gojo y yo que pasábamos discutiendo la mayoría del tiempo. ¿Por qué no podía volver a ser el mismo chico amable que conocí bajo la lluvia?

Oh Utahime, ¿hablas del mismo chico que casi te vio desnuda en el baño?

Solo con recordarlo mis mejillas se encendían con total bochorno, quizá había juzgado mal a Satoru Gojo ese día. Pero no me pueden culpar, dos adolescentes solos en una casa no van precisamente a verse las caras y jugar UNO. Obviamente pensé cosas erróneas y no aptas para menores de edad, me sentí una completa pervertida esa tarde.

Precisamente por ello, mamá me dijo esa noche que papá había especulado que él y yo habíamos... ustedes saben, "fabricamos bebés". Ella fue a felicitarme y reprenderme al mismo tiempo, le expliqué que nada de eso sucedió pero me era imposible dialogar con ella ante su argumento.

«— Utahime, yo no nací ayer. Recuerda que también fui joven — demandó recelosa — Y me di cuenta que tú no traías sostén encima, ¿me dirás que solo se tomaron de las manos? ¡Hija, ese muchacho no llevaba calzoncillos!

— Te digo que no es lo que parece — traté de excusarme más era en vano, ella parecía absorta en sus ideas equivocadas — ¿Y qué hacías mirándolo allí? — cuestioné abochornada, ella se encogió de hombros con simpleza.

— Debemos admitir que el muchacho es un buen partido, Utahime»

Fue muy difícil demostrarles lo contrario.

Sin embargo...

Satoru Gojo pensó en mi, digo, cuando fue de correr bajo la lluvia, tomó mi mano derecha puesto que mi brazo izquierdo estaba un poco adolorido por la dislocación de hombro. Debía confesar que fue muy considerado, además me prestó ropa para poder cambiarme y no pillar un resfriado. Solo por aquella vez pensé en aquel albino idiota como un chico agradable y amable.

Del resto volví a verlo como el estúpido que es, ahora mismo estábamos en clase de gimnasia y el no dejaba de meterse conmigo.

— Tus brazos son muy flacuchos Utahime — decía con sátira paseándose a mi alrededor — Creo que eres muy debilucha para hacer flexiones sin romperte esos fideos que tienes como extremidades — y mi paciencia explotó. Tomé un testigo y lo lancé hacia su cara de idiota, como siempre lo esquivó y este fue a dar a la cabeza de Geto que estaba de espaldas.

Le pedí disculpas y miré de forma fulminante a ese albino que me observaba con burla desde la pista de carreras.

Nuestra clase de hoy había consistido en competir en equipos en carreras de relevos. En mi equipo estuvo Geto y estuve saltando de felicidad al no tener a ese idiota promiscuo como mi compañero. Faltaban quince minutos para culminar la clase, estábamos en nuestro merecido descanso, no obstante a Gojo no le importó estar cansando y lleno de sudor porque fue a molestarme.

— Muy bien, basta de juegos — pidió el maestro aplaudiendo para llamar la atención — Como Gojo e Iori tienen energía suficiente, ellos serán los encargados de recoger todo y guardarlo en la bodega del gimnasio — le lanzó las llaves al albino — Todos vayan a cambiarse, son libres de ir a casa — habló el profesor dirigiéndose a los demás — Ustedes tendrán que cerrar el gimnasio, después de eso pueden marcharse.

𝙀𝙣𝙩𝙧𝙚 𝙧𝙤𝙢𝙖𝙣𝙘𝙚𝙨 𝙮 𝙢𝙖𝙡𝙙𝙞𝙘𝙞𝙤𝙣𝙚𝙨  (PAUSADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora