Satoru
— ¿Y bien? ¿Vas a decirme qué hago yo aquí? — espetó Utahime cruzando los brazos sobre su pecho. Su tono de voz parecía molesto, mordí mi labio y dirigí mis ojos hacia Mei Mei, quien seguía conduciendo con mucha tranquilidad.
Por algún motivo, sentía el ambiente tenso.
— Pequeño Satoru, tantas clases que te di y aún no logras entender a las chicas — dijo Mei con algo de burla mientras negaba con la cabeza, su vista se centró en el espejo retrovisor haciendo contacto visual con Utahime — Es obvio que la señorita está celosa, y no la culpo.
Automáticamente miré a Utahime, ella parecía estupefacta ante la declaración, su rostro enrojeció y separó los labios. Me miró tratando de negar con la cabeza y balbuceando algunas incoherencias con nerviosismo; se veía muy tierna. Sin embargo, mi linda pelinegra no debía estar celosa de Mei, era una mujer hermosa, no lo negaría, llegó a atraerme cuando era un crío de quince años; pero no quería terminar en la bancarrota. Prefería ser su amigo y tener algunos centavos en la billetera, a ser su novio y vivir pobre por el resto de mi vida.
Además que me gusta Utahime, carajo, ¿aún no entendía que solo tenía ojos para ella?
Exhalé y quise tomar la palabra, no obstante el auto se detuvo frente a un lujoso condominio de apartamentos. Habíamos llegado al hogar de Mei Mei, mi amiga universitaria me indicó en que piso de encontraba su apartamento dándome las llaves, ella aparcaría su auto y prefería que la esperemos en la sala de su hogar.
— Ella es una amiga, pequeña chica tonta — expliqué después de unos cuantos minutos de silencio en el ascensor — Mei Mei puede ayudarnos.
— ¿Ayudarnos en qué? — cuestionó con el entrecejo fruncido, hasta este punto había logrado evadir hablar sobre las visiones con Utahime. Ella recordaba las cosas pero de forma borrosa y aquello tuve que aprovecharlo a mi favor para poder contactar a Mei. No podía soltarle a Utahime una noticia tan... profunda de golpe, me dediqué a buscar en algunos de ocultismo que aquella codiciosa al dinero pudo proveerme de forma digital.
Necesitaba a Utahime para poder resolver todo este lío, ambos podíamos unir pieza por pieza bajo la guía de Mei.
— Ayudarnos a saber el misterio de nuestro pasado, señorita sacerdotisa — respondí abriendo la puerta del departamento y arrastrándola conmigo al interior. Ella parecía aturdida, me observaba con mucho asombro, acaricié su mejilla dándole un pequeño beso en la frente — No eres la única que tiene esas visiones, yo también las tengo contigo.
— Pe... pero... ¿cómo es posible? ¿No son alucinaciones mías? ¿Entonces no estoy loca? — su rostro lleno de incertidumbre, sus labios temblando, ella se veía muy linda. Planté un beso en la comisura de sus labios, Utahime se quedó inmóvil en su lugar con la cara ardiendo.
— Si sentiste ese beso, te aseguro que no estás loca — farfullé a escasos centímetros de sus labios, nuestras respiraciones mezclándose con armonía me tenían con el corazón en la mano. Su espalda pegada en la puerta y mi cuerpo pegado al suyo como si de un imán se tratase; estaba delirando.
— Puedo prestarles una habitación si desean — nos dijo Mei Mei en tono cómplice, enrojecí hasta las ojeras y tomé la mano de Utahime para guiarla hasta un sillón de la sala. Ambos tomamos asiento mientras esperábamos que nuestra anfitriona prepare todo lo necesario.
— Esta cita te saldrá más cara que te de costumbre, pequeño Satoru — informó Mei con una sonrisa al mismo tiempo que colocaba cartas encima de un tablero que parecía una especie de mapa en la mesita de centro y algunos libros. Bufé relajando mi cuerpo, había reunido dinero de todos los trabajos a medio tiempo que tuve y de allí fue donde saqué la paga que le daría a Mei.
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𝙀𝙣𝙩𝙧𝙚 𝙧𝙤𝙢𝙖𝙣𝙘𝙚𝙨 𝙮 𝙢𝙖𝙡𝙙𝙞𝙘𝙞𝙤𝙣𝙚𝙨 (PAUSADA)
Fanfiction«Dejavú» era una palabra muy corta para describirlos, ellos eran las piezas de un rompecabezas de antaño que encajaban a la perfección. ¿De dónde Satoru Gojo conocía a la enigmática chica pelinegra de ojos color ámbar? ¿Qué tenía ella para poner s...