Satoru
La gente solía llamarme un «prodigio» desde que era niño, me catalogaban un genio y que mi nivel de entendimiento era muy elevado para mi corta edad. Sin embargo, había un montón de cosas que no entendía, ¿por qué no tenía un padre? ¿por qué mi mamá lloraba mientras me pedía perdón en las noches pensando que dormía? Claro que comprendí todo a medida que crecía, pero no encontraba una explicación lógica a lo que mis ojos veían.
¿Por qué ella lloraba? ¿Porqué sentía mi corazón doler al verla así? ¿Quién era ella?
«El cielo estaba inundado de estrellas, la brisa fresca le acariciaba el rostro y provocaba que algunos mechones de cabello cubran sus ojos. La oí quejarse y resoplar; cuando dejó su rostro descubierto solo pude verla embelesado.
— ¿Cómo me veo?»
Aquello parecía un flashback, un recuerdo que mi mente asegura haber vivido pero, era la primera vez que veía aquella chica.
— ¿Por qué... lloras? — no era consciente de mis acciones, no conseguía dar órdenes lógicas a mi cuerpo, la pelinegra pareció reaccionar y retrocedió huyendo de mi toque; mis dedos apenas pudieron rozar su mejilla.
Mi brazo quedó extendido al vacío y sentí a mi corazón dar un brinco, pero ¿Qué demonios?
Rápidamente ella limpió sus lágrimas y yo bajé el brazo, sentía mis mejillas arder. Nunca me había sentido avergonzado en mi adolescencia, supongo que esto es a lo que muchos denominan «siempre hay una primera vez», aunque debía admitir que esto era una primera vez muy extraña y poco común. La pelinegra se dio la vuelta comenzando a caminar, me sentía aún más confundido por seguirla sin emitir una sola palabra.
— Tu debes ser el chico que se perdió en los baños — habló dándome la espalda, caminaba a paso rápido — Vine a buscarte ya que me dijeron que te habías extraviado, yo soy la encargada de darles un recorrido por las instalaciones — me explicó mientras llegábamos al patio. Allí pude a mis compañeros sentados en las gradas charlando entre ellos.
— ¡Utahime! — gritó una chica castaña desde un pasillo. Corrió hacia nosotros y le susurró algo en el oído a la chica pelinegra, esta se hizo una mueca y se giró hacia nosotros con una sonrisa apenada.
— Lo siento, me ha surgido un contratiempo. El recorrido quedará a manos de mi compañera, sean bienvenidos y espero que todos podamos llevarnos bien — sin más que decir se fue, desapareció entre los pasillos y me quedé aún más desconcertado que antes. Estuve observando el lugar por donde se fue hasta que la chica castaña nos comenzó a guiar por las instalaciones.
Sentí un brazo rodear mis hombros, me giré topándome con mi mejor amigo, Geto me sonreía y miré su aspecto con una ceja arqueada. Tenía el cabello un poco despeinado, el uniforme desaliñado y una pequeña mancha rosa en la comisura del labio.
— Pensé que el que coqueteaba con señoritas en el primer día era yo — dije con burla señalando su aspecto, su sonrisa se ensanchó y soltó una leve risa.
— Es un nuevo escenario, podemos cambiar de papeles — respondió encogiéndose de hombros, puse los ojos en blanco y el limpió la mancha de labial de su rostro — Me gusta este lugar, es increíblemente enorme y tiene a gente muy amable. Un ejemplo es la chica pelinegra de coletas que te quedaste mirando como un idiota, ¿es tu nueva conquista de fin de semana?
Lo único que sabía de esa chica pelinegra de coletas, era su nombre. Ella despertaba mucha intriga en mi, no sé qué sucedía con ella y mi cabeza pero estaba seguro de una cosa: esto no pararía. Volvería a suceder, la vería de nuevo y regresarían a mi mente todos esos recuerdos falsos de mi subconsciente.
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𝙀𝙣𝙩𝙧𝙚 𝙧𝙤𝙢𝙖𝙣𝙘𝙚𝙨 𝙮 𝙢𝙖𝙡𝙙𝙞𝙘𝙞𝙤𝙣𝙚𝙨 (PAUSADA)
Fanfiction«Dejavú» era una palabra muy corta para describirlos, ellos eran las piezas de un rompecabezas de antaño que encajaban a la perfección. ¿De dónde Satoru Gojo conocía a la enigmática chica pelinegra de ojos color ámbar? ¿Qué tenía ella para poner s...