14: Confianza

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Como siempre; muchas gracias!

Satoru

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— ¿Usted tiene una relación con la joven de la colina? — casi machaco mis dedos al escuchar tal pregunta, giré sobre mis talones para encarar a la anciana que estaba sentada observando a las personas por la ventana — No tiene que ocultarlo, doctor.

Tragué grueso y dejé las plantas medicinales en el mesón, ella iba a matarme si se enteraba que alguien del pueblo descubrió nuestra relación. Sin embargo, yo no la negaría, ella... me tenía en sus manos.

— ¿Cómo se dio cuenta? — inquirí sintiendo mis músculos tensarse, la anciana sonrió y pude relajarme un poco.

— Sus ojos y la forma en la que se miran lo dicen todo — respondió con dulzura — Doctor, desde que usted llegó a este pueblo; la joven de la colina parece más humana, ya no tiene ese semblante serio y sonríe a menudo.

Me sentí halagado y avergonzado.

— Sin embargo, usted sabe que está prohibido que ella tenga un amorío ¿verdad? — lo sabía mejor que nadie, aún así no quería redimir mis sentimientos. Yo la amaba.

Mi silencio fue su respuesta, ella suspiró y tomó mi mano sorprendiéndome — No tiene que preocuparse, guardaré su secreto si me promete que la hará feliz. Ella... merece la felicidad y el amor más que nadie en este pueblucho; ella nos ha ayudado siempre... Está dispuesta a preocuparse por otros olvidándose de si misma; por favor... doctor, cuide y ame a nuestra sacerdotisa.

— La cuidaré porque la amo más que a mi propia vida»

Desperté sintiendo el calor más abrasador del mundo, no quería abrir mis ojos, di vueltas en la cama pero la humedad de mi cuerpo logró hastiarme; cuando al fin mis párpados decidieron despegarse me di cuenta que dos cosas.

La primera fue que eran aproximadamente la 12:00 del mediodía, eso explicaba el calor excesivo que sentía. Y la segunda era que, estaba en la habitación de Utahime con ella durmiendo en mi pecho. El cansancio me venció y dormí anoche aquí, si ella despertaba ahora no dudaría en matarme. Quité su rostro de mi torso con delicadeza y me separé de su cuerpo sintiéndome vacío; mi cabeza comenzó a dar vueltas, sentía punzadas de dolor en el cráneo y leve mareo.

Maravilloso, tenía resaca.

Casi caigo por el balcón cuando lo salté para regresar a mi habitación, carajo, a pesar de que solo pedí cócteles dulces, aún así conseguí una jodida resaca; por eso no me gustaba mucho el alcohol. Me tumbé en mi cama tratando de ignorar las punzadas que me daba la cabeza, pero era en vano; de hecho, parecían intensificarse con el calor del ambiente. Decidí bajar a la cocina, Yuki compró aspirinas el día de ayer solo por si "las cosas se ponían locas y bebíamos de más"; cuando llegué me encontré con la rubia sentada en un sofá con el cabello revuelto, el maquillaje completamente corrido por su rostro; dándole un aspecto deplorable y su cuerpo envuelto en una sábana blanca.

— No digas ni una palabra sobre mi aspecto o te pateo el culo — fueron las primeras palabras que me dirigió, levanté mis manos y negué con la cabeza. Yuki podía ser dulce a los ojos de los demás, pero yo conocía su lado malo y hostil.

— ¿Tomaste pastillas sin haber comido algo con anterioridad? — pregunté, ella negó con la cabeza y se colocó un paño húmedo en la frente — Supongo que anoche te divertiste mucho, parecías feliz bailando con desconocidos — comenté mientras preparaba todo para hacer una sopa instantánea.

No tenía ni ánimos ni ganas de preparar un desayuno estrella.

— Quería coger — confesó Yuki, casi me atraganto con un vaso con agua, ella me miró con un poco de asco — Pero la jodida policía me dañó el rollo, envidio a las personas que si lograron su cometido — si supieras...

𝙀𝙣𝙩𝙧𝙚 𝙧𝙤𝙢𝙖𝙣𝙘𝙚𝙨 𝙮 𝙢𝙖𝙡𝙙𝙞𝙘𝙞𝙤𝙣𝙚𝙨  (PAUSADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora