I: La epifanía
Satoru
— Me duele el culo — se quejó Geto por cuarta vez mientras se removía en su asiento, Nanami suspiró y dejó el crucigrama que resolvía para mirarlo con hastío.
— ¿Podrías cerrar la puta boca? — pidió el rubio ligeramente cabrerado (bueno no tan ligeramente) — Me arrastraron a su estúpido viaje, se supone que debo estar en clase de biología hoy, pero mírenme — se auto señaló con el dedo — Soy un intruso en el viaje de fin de curso de una preparatoria que no es la mía.
Suspiré y observé a ambos de soslayo.
Fue muy difícil convencer al señor Yaga de dejar venir a Nanami como – invitado especial – y más porque todo salió de improvisto, decírselo un día antes del viaje, conseguir los permisos de sus padres no fue algo tan imposible, pero lo demás si.
Nanami tuvo que pagar todos sus ahorros para estar en este viaje.
Y por eso estaba hastiado.
Con Geto quedamos en devolverle cada centavo invertido cuando regresáramos a Kioto.
— Los asientos de avión son un poco incómodos — traté de calmar las aguas entre ellos, Nanami me fulminó con la mirada mientras Geto me agradecía — Lo siento Nanami, pero en serio te necesito aquí o moriré — lloriqueé descansando la cabeza en su hombro, el rubio maldijo entre dientes y huyó de mi contacto haciéndome chasquear la lengua.
— Me chantajearon para venir aquí, malditos — se limitó a decir volviendo a centrar su atención en el crucigrama — No quiero oír más quejas o lanzaré a alguno de los dos por la ventana — sentenció con amenaza, mi mejor amigo y yo asentimos dejando a Nanami concentrarse.
No había visto a Utahime en ningún momento.
Cuando vinimos al aeropuerto lo hicimos en autobuses separados, al momento de abordar el avión yo lo hice primero puesto que nos hicieron pasar en fila. Primero irían cuyos asientos sean los últimos del avión para evitar el desorden. Supuse que Utahime estaba en los primeros asientos junto con Yuki y Shoko, dado que no había visto a ninguna de ellas.
Supongo que nuestra amistad como grupo se había agrietado.
Aún no estaba 100% seguro de si quería internarlo con Utahime de nuevo, es decir, la amo, claro que quiero volver a ella y tener una relación pero... mi rencor era más grande, el miedo de que vuelva a herirme me estaba carcomiendo las entrañas. Aún si volvíamos a estar juntos; no sería como antes.
Es como si ella haya cortado el lazo existente entre ambos, y por mucho que quisiéramos remendarlo; no sería como el inicial.
Debo conocer los motivos de Utahime, escucharla y poder darle un veredicto al tumulto de emociones que rodeaban mi corazón, ponerle un fin a la ola de pensamientos oscuros que rondaban mi cabeza las veinticuatro horas del día.
Tuve una epifanía.
Si no funciona con Utahime una segunda vez... no puedo estancar mi vida en ella.
Así me retuerza con los recuerdos de nuestras vidas pasadas, aún si debo pelear contra esta corriente llamada «destino»; intentaré superarla aunque me cueste todo el dolor del corazón y las lágrimas de mi alma.
Eran alrededor de dos horas de viaje, y solo llevábamos treinta minutos en el avión. Después de darle jarabe para dormir a Geto - fue Nanami, en su defensa dijo que el pelinegro era un «ruidoso de mierda» y que era mejor callarlo antes de arruinarle mas el genio al rubio.
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𝙀𝙣𝙩𝙧𝙚 𝙧𝙤𝙢𝙖𝙣𝙘𝙚𝙨 𝙮 𝙢𝙖𝙡𝙙𝙞𝙘𝙞𝙤𝙣𝙚𝙨 (PAUSADA)
أدب الهواة«Dejavú» era una palabra muy corta para describirlos, ellos eran las piezas de un rompecabezas de antaño que encajaban a la perfección. ¿De dónde Satoru Gojo conocía a la enigmática chica pelinegra de ojos color ámbar? ¿Qué tenía ella para poner s...