Capítulo 21: La barrera

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Una sala amplia y alargada, iluminada por la luz natural de las altas ventanas, y en el centro una alfombra roja con los bordes decorados con bonitos bordados dorados que llevaba a un enorme trono real. A los lados del camino había dos filas de soldados-carta que formaban un pasillo. Y de pronto aparecieron de la nada la reina y algunos de sus guardias a unos metros del suelo y se estrellaron estrepitosamente. Los soldados que ya estaban allí se lanzaron rápidamente a ayudar a la reina mientras los recién llegados intentaban explicar que había pasado.

- Un genio, ¡Un puto genio! Creí que había escondido bien la lámpara, pero me equivoqué. -Exclamó la reina furiosa mientras se levantaba con ayuda.- Bueno, de todos modos ni El Genio de la Lámpara podría romper el conjuro que lancé sobre los muros de mi reino.

Entonces se giró y vio que algunos de sus guardias mantenían inmovilizado al encantador gato morado que tantos dolores de cabeza le había provocado.

- Vaya, parece que el ratón ha mordido el queso...

- ¿Cuanto lleva pensando ese juego de palabras, mi reina? -Dijo el gato con una risita.

- Deberías tratar con más respeto tu captora, maldito felino grosero. -Respondió ella propinándole un bofetón.

El gato, en lugar de callarse, siguió hablando en cuanto se recuperó del golpe, aunque esta vez con un poco más de cautela.

- He notado su mano temblorosa, majestad. ¿Tenéis miedo de lo que se avecina?

- ¿A qué debería temer? -Preguntó la reina, curiosa.

- Lo sabes tan bien como yo. El miedo de todos los villanos es que llegue alguien más malvado que ellos y los derrote.

- Los villanos temen a los héroes, y yo no soy una villana. Soy una reina.

- En este mundo solo hay dos tipos de personas: Los que protegen su bienestar y los que protegen el de los demás. Y sois de las primeras, mi reina. Y él también. Sabéis que es más poderoso que vos.

- No le tengo miedo a ese hechicero. Ha pasado mucho tiempo desde que nos enfrentamos y he mejorado mucho. Nadie es más malvado que yo.

- Os aseguro que sigue siendo más malo que vos, y además viene con alguien más. Os aclararé la duda que os lleva asaltando tanto tiempo: No habéis visto doble, El emperador ha venido con su versión pasada de si mismo, y ese es de los buenos.

- No tengo miedo de un hechicero joven e inexperto.

- Deberías tenerlo. Ni siquiera los adivinos han sabido de esto, está claro que es algo que no debería estar pasando... Pero ha pasado, y por ahora vos estáis perdida. Y si consigue que sus hermanas vengan a este mundo estaréis perdidos todos los villanos. Huya mientras pueda, majestad.

- ¡JA! Si esos niños quieren venir, que vengan. No les tengo miedo. ¡Guardias! Llevad a esta bestia a las mazmorras. Ah, y traed ante mi a Jafar.

Abrí lentamente los ojos y miré a mi alrededor: Estaba tirado en el suelo con mi versión futura al lado, ambos rodeados de un gran desorden. LAs jaulas estaban hechas añicos, los muebles despiezados y quemados y los huesos de Merlín desperdigados como un puzle humano.

- Bueno, habrá que aprender a controlarla mejor. - Dijo el rey observando la varita.

- ¿Podremos volver a nuestro mundo con ella?

- Si la hubiera empuñado su dueño quizá habríamos llegado al límite del reino, pero ni por asomo habríamos vuelto. Tenemos que encontrar al Hada Madrina. Pero aunque no pueda devolvernos a nuestro hogar, quizá pueda ayudarnos a salir del País de las Maravillas. Pero necesitamos a alguien que nos lleve al centro del reino.

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