Epílogo

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- La verdad es que para haber pasado tanto tiempo la casa sigue tal y como la dejamos antes de irnos. -Dijo Prue sentada en uno de los butacones del salón.

- Piensa que en este tiempo no han pasado ni cinco minutos desde que nos fuimos. -Respondí mientras traía al salón una bandeja con cinco tazas de fina porcelana.

- Todo lo que ha pasado... Todo lo que hemos vivido... Y no queda nada más que nuestros recuerdos. Es como si hubiera sido un sueño. -Dijo Holly. -O mejor dicho una pesadilla. La peor que he tenido.

Traje de la cocina una tetera caliente llena de té listo para servir y llené con dicho líquido las cinco tazas que había preparado con anterioridad.

- Cinco tazas... -Dijo Flora muy despacio.

- Si, ¿Qué pasa? -Pregunté parando de servir.

- Que sólo somos cuatro. -Respondió con una expresión oscura en su rostro.

Entonces caí en la cuenta de mi error. Fuimos cinco los que viajamos al futuro, pero al presente sólo volvieron cuatro vivos. El cadáver del quinto reposaba en el ático con un hechizo para conservarlo debidamente. "No se puede revivir a los muertos por poderoso que seas". Es una frase que he tenido muy presente desde que aprendí a usar mis poderes, y así se la cité a Flora cuando me sugirió que hiciera el hechizo de conservación, pero ella se empecinó.

Sin embargo era muy antigua nuestra costumbre de tomar té y conversar las tardes que no estábamos ocupados luchando contra villanos y demonios, y en mi mente estaba programada la acción de servir cinco tazas cada vez que me tocaba preparar la bebida.

- Vaya, que error más tonto. -Dije, pues no sabía muy bien como reaccionar.- La recogeré.

- No creo que nos terminemos de acostumbrar a su ausencia. -Dijo Prue con un tono frío.

Todos nos quedamos en silencio porque no sabíamos que decir. Y es que sencillamente no había nada que decir.

Alguien llamó al timbre y el estridente sonido hizo que la niña se pusiera a llorar.

- Yo abro. -Dije dejando la taza en la mesa.

Cuando abrí la puerta no pude creer lo que estaban viendo mis ojos. Ocultaba su cuerpo definido detrás de un esmoquin negro y tenía el pelo un poco más largo, pero igual de rubio. Sin duda era él.

- Buenos días, ¿Es esta la residencia de los White?

- Si... -Dije con apenas un hilo de voz.

- Mi nombre es Alexander, de la funeraria de al lado, y vengo a acompañaros en estos duros momentos.

Mi corazón dio un vuelco: Acababa de empezar mi historia.

Cuidado con lo que deseasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora