Capítulo 25: El hada madrina

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- ¡Desapareced! -Gritó Holly desesperada.

Y así lo hicieron. De pronto donde antes había gente empuñando armas ya sólo quedaban las armas y armaduras que tenían, suspendidas aún en el aire que cayeron poco después como si no se hubieran dado cuenta de que sus portadores habían desaparecido.

- Holly, ¿Qué has hecho? -Preguntó Flora examinando las armaduras desconcertada.

- No... No lo sé... Creo que estoy empezando a controlar mis poderes.

- ¿Tus poderes pueden hacer desaparecer personas?

Flora estaba estupefacta. Si Holly podía hacer eso estaba claro que le sacarían mucha ventaja al rey Mark, pero si no lo controlaba rápido podría hacer daño a gente inocente. Por otro lado era bastante extraño, pues Holly no había perdido sus poderes en ningún momento. Por alguna razón estos no estaban vinculados al cetro.

- No, creo que no puedo hacer desaparecer a seres vivos como si nada. Destruir materia inerte me resulta sencillo si estoy en un estado de pánico, pero un ser con consciencia puede resistirse a mi magia. Mi idea era borrar a los guardias, pero creo que sólo los he transportado a otro lugar.

- ¿Y que lugar es ese? -Preguntó Flora mientras seguían avanzando.

- No tengo ni idea.

La reina avanzó cojeando hacia su caballo que yacía muerto en el suelo. De una de sus alforjas sacóla caja donde guardaba los filtros de colores para su cetro. Sacó una botellita verde y vertió una gota sobre el cetro. Cuando la gema se tiñó del mismo color la reina empezó a describir movimientos circulares con ella y sus heridas sanaron.

¿Cómo había podido herirla tanto un crío que apenas sabía usar la magia? Estaba furiosa. Nadie ganaba a la Reina Roja y vivía para contarlo. Aunque técnicamente no la había ganado, pues el jinete sin cabeza seguía vivo y el joven Mark había sido alcanzado por uno de sus hechizos. Así sería más fácil acabar con él si lo encontraba. Pero el rey Mark se lo había llevado lejos junto con el genio. Aún no había ganado, pero tampoco había perdido. Si salía del reino antes que sus enemigos la barrera se fortalecería y ellos quedarían encerrados en sus dominios, y así tendría tiempo de hacer alianzas con la odiosa Reina Malvada y volver para matarlos y hacerse con todo el reino, e incluso podría invadir el mundo del que aquellos críos venían. Quien sabe. Pero en cualquiera de los casos para salir victoriosa tendría que darse prisa, así que llamó al jinete sin cabeza y echaron a correr.

- Vamos, tenemos que correr-Dijo el rey apremiándome.

Aunque él había hecho todo lo posible para que sanara sólo me había recuperado en parte, y mis músculos seguían algo entumecidos y avanzaba a trompicones dando traspiés si intentaba correr.

- Mark Oscuro podía volar, ¿Por qué yo no?

- Porque él es la personalidad de tus poderes llevados al límite, y solo puedes recurrir a ellos cuando estas al límite. Espera, te ayudaré. -Dijo levantando el cetro y haciéndome volar a toda velocidad.

Volví a sentir el viento en la cara y la sensación de libertad que sentí la primera vez que volé con el poder de Mark Oscuro. Era una sensación maravillosa que tardaría años en volver a experimentar.

No tenía la seguridad de que fuera a sobrevivir a aquel viaje. De hecho, veía bastante complicado salir del País de las Maravillas, y mucho menos volver a nuestro mundo. Pero el hecho de nuestra inminente muerte no me habría importado de no ser porque con nosotros moriría el mensaje que yo quería transmitir a mis hermanas. No era demasiado largo, habría cabido en una hoja de libreta, algo como: "El rey no era malvado, tenía una maldición. Coged a la niña y volved a nuestro tiempo, estaré bien. Os quiere: Mark."

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