- Prue, me siento un poco apartada últimamente... Creo que me vendría bien encontrar un trabajo para integrarme. - Dijo Holly mientras se comía un bollo untado en café.
La vida de Holly no había sido fácil. Estuvo encerrada durante mucho tiempo, víctima de un conjuro para protegerla, pero afortunadamente conseguimos liberarla y ahora lucha por integrarse y entender de algún modo este mundo.
- Bueno, quizá pueda encontrarte algo en la oficina.
- ¿Quizá? ¡Eres la jefa! Algún sitio habrá. -Dije.
- Bueno, no es tan fácil encontrar un puesto que seas capaz de hacer. A lo mejor es bueno que primero consigas unos estudios.
Holly se levantó y se miró al espejo. Observó su pelo color rubí y en sus grandes ojos incapaces de ocultar su inocencia. Su piel clara y su nariz pequeña con unos labios sencillos, ni gruesos ni delgados, simplemente una boca cualquiera. Luego fue bajando y vio que no había mucho más que ver, una , muchacha bajita y delgada, fina incluso, delicada y con aspecto de vulnerable. Si la gente supiera lo que se oculta tras esa fachada de niña indefensa...
Sí, bueno, era una bruja, ¿Y de qué le servía eso en el mundo mortal? ¿Le proporcionaría un trabajo, una casa, una estabilidad? No.
¿No?
Puede que sí.
Subió a su habitación y comenzó a rebuscar entre sus libros. Lo bueno de escribir conjuros continuamente era que siempre tenía decenas de libros de conjuros de su puño y letra.
Y allí lo encontró: "Para cumplir un deseo".
- Esta es vuestra nueva compañera, Lucía. -Dijo el profesor señalando a una chica con el pelo negro como el carbón y los ojos azules.
El profesor la invitó a sentarse y, como no, el unico sitio libre que le resulta bueno se encuentra a mi lado. Siempre me pasaba eso con los nuevos, desde pequeño. Al principio me hacía gracia hasta que uno alumno nuevo resultó ser un demonio que quería matarme. Desde entonces me cerré un poco a eso de conocer gente nueva.
- Hola, soy Lucía... Aunque bueno, eso ya lo ha dicho el profesor... -Soltó una ligera risilla sin salir del tono susurrante en el que me estaba hablando. -Les pedí que no hicieran este numerito, pero ya ves...
- Sí, bueno... No lo tengas en cuenta, es el profesor que es un poco... Especial.
-¿Y tú como te llamas?
- Mark. Me llamo Mark. -Dije, algo seco.
- Mark... Es un nombre bonito. ¿Qué tal si cuando acabe esto me enseñas un poco todo?
- Bu-Bueno... Si quieres... -Tartamudeé
-...Y un cirio rojo en el centro de la mesa. -Dijo Holly, tras enumerar un listado casi infinito de materiales necesarios para el conjuro.
Era hora de comenzar el conjuro. Holly cogió una hoja de pergamino que había colocado sobre la mesa y escribió, con una pluma de águila la frase: Deseo una vida más normal. Luego encendió el cirio y quemó la hoja pronunciando un hechizo:
- Dioses del cielo
Zeus, Venus, Morfeo
En este lugar y en este momento
Traedme aquello que deseo.
- Las clases no son fáciles, pero merece la pena. Por cierto, no me has dicho nada de ti. ¿Cómo es que has acabado aquí?
- Bueno... Mi padre murió. Estuve una temporada viviendo con mi abuela, pero pronto ella dejó de poder cargar conmigo y me dejó con mi tío, que tiene un piso por aquí. No la culpo, ella hizo todo lo que pudo, pero claro, una no puede evitar que le duela...
De pronto me sentí completamente identificado con esa chica. Su vida había sido tan parecida a la mía... Yo sabía como era ese sufrimiento. Sabía lo que era ir de familiar en familiar buscando un cobijo y alguien que me quisiera, separándote de tu hermana y perdiendo cada vez más el contacto con ella...
- ¿Y tu madre? -Pregunté.
- ¿Mi madre? Ella acostumbraba a hacer cosas muy raras, y supongo que le explotó en la cara...
De pronto me empezó a interesar la conversación.
- ¿Que clase de cosas raras?
- Brujería. Nunca he creído en esas cosas. Sin embargo ella me dijo que, el día que faltara, hiciera un hechizo que ella me dió. No se para que sirve, lo he leído varias veces pero nunca ha hecho nada.
- Eso es porque no crees.
De pronto sentí como una onda de energía me atravesaba. Por suerte, llevaba un colgante que me dio mi abuela capaz de absorber cualquier tipo de magia, excepto la mía propia. Pero aunque esa magia no hubiera tenido efecto en mí sentía que debía volver a casa a ver que ocurría.
- Mark, ¿Estás bien?
- No... No lo estoy. Tengo que irme, pero en cuanto pueda te llamaré. Te lo prometo.
- Está bien...
Holly bajó las escaleras y al entrar en el salón se topó con Prue de sopetón, la cual se asustó y alzó una mano como para inmovilizar a un enemigo sorpresa con sus poderes.
- ¡Prue! Que susto, no te había visto.
- Ten más cuidado. Además debería empezar a arreglarte o llegarás tarde al trabajo.
- ¿Trabajo? ¿Qué trabajo?
- Pues el tuyo, ¿Cuál va a ser? ¿Estás bien?
- Yo no tengo trabajo. De hecho te he hablado hace poco de que necesitaba uno, que con esto de ser bruja no sacaba un minuto para estudiar...
- ¿Bruja? -Prue se empezó a preocupar seriamente por las palabras de Holly. - ¿De qué rayos me estás hablando? Escucha, voy a llamar a tu jefe y a decirle que no estás en condiciones de trabajar. Será lo mejor.
De pronto entramos Andy y yo en casa y vimos a Holly con la cara blanca y a Prue asustada, y no se nos ocurrió otra cosa que decir:
- ¡Alguien nos ha lanzado un hechizo!
- Bueno, basta ya de brujas y trucos de magia. Vais a quedaros todos en casa, en la camita y nada de películas de ciencia ficción, ¿De acuerdo?- Pero Prue. ¿No recuerdas que tienes poderes? -Dije, preocupado.
- ¡He dicho que no quiero oír nada de poderes! ¡Adiós! -Dijo, y se fue dando un portazo.
Entonces Flora entró en casa con gesto de sorpresa.
- ¿Qué le pasa a Prue?
- Creemos que ha olvidado algo... Algo importante. -Dijo Holly.
- Lo cierto es que yo también tengo la sensación de que he olvidado algo muy importante... Pero no se que puede ser, y con este dolor de cabeza que tengo no quiero intentar averiguarlo.
- Tómate una pastilla, están en el armarito del baño.
En cuanto Flora se fue Andy, Holly y yo nos quedamos hechos un corro.
- ¿Crees que ella también lo habrá olvidado? -Pregunté.
- Será mejor no preguntarla por ahora. Ya hemos trastocado la mente de Prue con nuestros comentarios. -Dijo Andy.
- Yo me he salvado por mi colgante antimagia, pero ¿Cómo os habéis salvado vosotros?
- Yo llevo un colgante que embrujé para que hiciera las mismas funciones que el tuyo.-Respondió Andy.
- Yo... Yo hice el hechizo que les borró la memoria...
- ¡¿Qué?! -Dijimos Andy y yo al unísono.
- ¡Lo hice sin querer! Había un hechizo para cumplir deseos, y en ese momento yo deseaba una vida más normal... Pero no pensaba que iba a acabar así...
- Nunca, Holly, nunca debemos hacer conjuros en nuestro propio beneficio. Siempre se vuelve en nuestra contra.
- Bueno, Mark, tranquilo. Ahora lo esencial es saber cómo resolver el problema. -Dijo Andy.
- Vale. Quizá en el ático haya algo.
Subimos al ático y al abrir la puerta casi nos caemos para atrás del susto al ver la situación: ¡Estaba vacío! Ni una caja, ni un libro viejo... ¡Nada!
- Tenemos un gran problema... -Dije, con el corazón en la garganta.
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Cuidado con lo que deseas
FantasíaEn la vida de estos hermanos todo es "normal" (Si es que tener poderes mágicos y destruir bestias sobrenaturales continuamente puede llamarse normal) Hasta que la hermana mayor tuvo una preciosa niña y unos ladrones del futuro vinieron a robársela...