La menuda reina caminaba soberbia por los amplios pasillos llenos de altas ventanas de su castillo acompañada de dos de sus guardias y del constante repiqueteo de sus armaduras que, junto con el elegante sonido de sus tacones golpeando el blanco mármol desnudo, hacían una música estridente e insoportable. De pronto paró en seco y giró sobre sus talones, y los guardias se detuvieron también y se quedaron firmes como velas esperando órdenes.
- Deteneos. Que nadie pase de este punto, ¿Habéis entendido? NADIE. -Exclamó en tono solemne.
La entrada de su sala de magia estaba a pocos metros de donde había dejado a los soldados, así si estos sufrían un ataque ella tendría un poco más de tiempo para escapar.
La puerta era de roble mazizo, de unos seis dedos de grosor y con un grueso pestillo de acero en el otro lado, de forma que nadie pudiera escuchar lo que pasaba dentro por mucho que pegara la oreja. Para una habitación así era lo que necesitaba para que nadie supiera lo que tramaba. Entró en la sala y trancó.
Dentro había baldas con artilugios que había ido encontrando aquí y allá, y otros que había conseguido de formas menos limpias... Esos eran los más poderosos. También había estanterías con libros escritos hace más de mil años cuyas páginas se te deshacían en las manos como hojas arrancadas por el otoño, y otros imbuidos con energías tan poderosas y oscuras que había que ponerse un monóculo mágico para leerlos si no querías que tu carne se quemara al instante.
Pero no era literatura mortal lo que necesitaba en aquel momento. Abrió una caja de madera sin ornamentación, polvorienta y alargada. Dentro había varias botellitas no más grandes que su propio dedo meñique, con líquidos de diversos colores. El cetro tenía un gran poder, pero había cierta clase de hechizos, los más poderosos, que necesitaban un canalizador especial. Como cambiar de bastón era demasiado complicado, decidió hechizar la piedra con un conjuro de versatilidad. Con echar unos líquidos especiales elaborados por sus alquimistas reales podría usar el mismo cetro para diferentes conjuros, y si sumergía la gema en agua volvería a ser roja, que era el color que necesitaba para conjuros más generales y menos fuertes. Sacó de la cajita el frasco morado y echó una gotita sobre la piedra, que rápidamente se volvió del mismo color.
"Morado para los conjuros oscuros, basados en el control de la mente y la manipulación, incluso podría sumir a alguien en un coma profundo si las cosas se pusieran feas" -Pensó la reina.
Pero no creía que fuera a ser necesario llegar a aquel extremo. Con un poco de palabrería y alguna que otra mentirijilla lograría su objetivo. El único problema que tenía era que no sabía con quien hablar.
Había mandado a Jafar al Reino de los Mares para convencer a Úrsula de que se uniera a su causa, pero ella debía elegir entre hablar primero con Maléfica o con la Reina Malvada. Maléfica ya no era tan amenazadora como cuando tenía aquel cetro en su poder, pero era conocido por todos que su mansión estaba llena de trampas y de monstruos venidos del mismísimo infierno. Aunque nunca había ido a visitarla. Se contaba que había perdido la cabeza y que no recibía visitas de nadie, aunque con un par de hechizos y conjuros podría llegar a ella quizá sería mejor idea ir con la Reina Malvada. El inconveniente era que no sabía si aquella mujer sería más poderosa que ella o no. La última vez que habían medido sus fuerzas fue en aquella horrible guerra por conquistar su reino, y ese niño entrometido se había medido entre las dos y no había dejado terminar la pelea. Había preferido pelear y morir si era necesario que firmar un acuerdo de paz como él las obligó a hacer. "Todo habría sido diferente si la estúpida de Maléfica no se hubiera dejado robar ese cetro." Decía para sus adentros siempre que recordaba la situación. Si la Reina Malvada descubría que había estado hablando con Maléfica probablemente pondría todas sus fuerzas a defender su castillo y habría que derramar demasiada sangre sólo para hablar con ella.
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Cuidado con lo que deseas
FantasiaEn la vida de estos hermanos todo es "normal" (Si es que tener poderes mágicos y destruir bestias sobrenaturales continuamente puede llamarse normal) Hasta que la hermana mayor tuvo una preciosa niña y unos ladrones del futuro vinieron a robársela...