- XXV -

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Vigésimo Quinto Recuerdo

— Me gustas Horacio — repitió.

Parpadeó lentamente intentando procesar la confesión de Volkov, sintiendo que el fuerte golpeteo de su corazón en su pecho podía llegar a ser escuchado por el ruso, pero en ese momento, era lo último que le importaba. Viktor Volkov, que fue conocido por ser una persona de hielo que carecía de sentimientos, acababa de confesarle que le gustaba hace escasos segundos, y a pesar de ello, se mantenía impoluto, sin ninguna intención de corregirse o arrepentirse, al ver que sus ojos grises le miraban expectantes y seguros.

Cuando los últimos rayos de la estrella madre comenzaban a ocultarse en el horizonte, y daba paso a aquel momento que era conocido por ser un enlace entre el más allá y su mundo, el moreno salió de su estupefacción relajando rápidamente sus facciones y soltando una risa sonora, que escapó de sus labios, provocando que el ruso por fin reaccionara, tensando su cuerpo y apagando poco a poco el brillo de su mirada, para después retroceder un poco y desviar la vista completamente apenado.

Cuando terminó de reír se dio cuenta de lo que había provocado, sintiéndose rápidamente culpable, enterneciéndose de la reacción del contrario, y acortando la distancia que los separaba con pequeños pasos, intentando obtener la atención del ruso, que parecía ignorarlo.

Una vez estuvo cerca y lograba sentir el calor que desprendía su cuerpo, levantó sus brazos, enrollándolos detrás de la nuca del ruso, sintiendo su piel erizada debajo de su toque, que logró aumentar el palpitar de su corazón completamente emocionado. Pero frunció su ceño cuando no lograba hacer contacto visual con el ruso, por lo que, sin más, se acercó y depositó un suave beso en la mejilla rojiza del más alto, sobresaltándolo y logrando su atención.

— A ver Volkov, yo le voy a ser sincero — comenzó, pero sonrió cuando miró como los ojos grises del contrario se abrían alarmados.

Llevó una de sus manos al brazo del contrario y la colocó cerca de su cintura, para después volver a dirigir su mano a la mejilla ruborizada y soltar un suspiro cuando sintió ambos brazos apresarlo y acercarlo al otro cuerpo. Alzó su mirada bicolor centrándola en los iris grises que le miraban intensamente y sonrió.

— A mí también me gustas Volkov.

El rostro del ruso se relajó, soltando una risa un poco nerviosa, para después apretar su agarre e inclinarse pegando su frente con la morena mientras dejaba una suave caricia en la nariz contraria con la propia, provocándole una suave risa al menor.

Se quedaron de esta forma hasta que el último rayo del sol oscureció el cielo, dejando la suave iluminación de la luna y las estrellas mantener viva la ciudad. Horacio cerró sus ojos y alzó lentamente su cabeza, sintiendo la suave respiración del ruso acariciar sus labios, y el cual no tardó mucho en apegarlo aún más e inclinarse hacia abajo, acortando la corta distancia que les separaba, depositando un suave roce en los labios ajenos, que ahogaron un suspiro. Fue un pequeño beso con la única intención de transmitir sus sentimientos ocultos por tantos años. Ambos sonrieron apenas se alejaron sintiendo como sus corazones latían al unísono con una hermosa calidez rodeándolos.

— Vamos a casa — murmuró Volkov.

Esa pequeña frase dicha por esa persona estremeció al menor sintiendo como su cuerpo se sentía ligero, mientras asentía efusivamente con su cabeza, intentando contener las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos. El ruso se alejó de él, provocando que rápidamente extrañara su calor y dejara que aquella zona de su cuerpo que había estado en contacto con él, se sintiera fría y vacía, pero la mano pálida tomando la suya nuevamente y entrelazando sus dedos, le calentó, sonriendo tiernamente por el gesto del comisario.

〖 Don't say it again 〗- VOLKACIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora