- XXVII -

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Vigésimo Séptimo Recuerdo

Giró sobre sí mismo en aquella suave superficie impregnada del aroma que tanto le enloquecía, frunciendo ligeramente su ceño por el pequeño rayo de luz que lograba colarse entre las cortinas. Hundió su rostro en la almohada logrando que un escalofrío recorriera su cuerpo al identificar que el aroma era más intenso en esa zona, sin embargo, no movió un solo músculo hasta volver a perder la noción del tiempo, quedándose nuevamente profundamente dormido.

Cuando abrió los ojos, pestañeó lentamente intentando enfocar su vista en la lámpara que colgaba del techo, sin intenciones de moverse de ese lugar, porque había encontrado su segundo lugar favorito, pero se incorporó sabiendo que debía levantarse de ese lugar que no le pertenecía. Talló sus ojos con sus manos mientras giraba su cuerpo para colocar sus pies sobre la fría alfombra, sintiendo su cabeza punzar. Alcanzó su móvil que reposaba sobre la mesita al lado de la cama, para revisar posibles mensajes, encontrándose solamente con una foto enviada por Kovacs que le hizo sonrojarse intensamente.

Bloqueó su móvil, no sin antes guardar aquella foto, y se dispuso a levantarse y enfrentar al dueño de ese lugar con los nervios invadiendo su cuerpo. Asomó su cabeza por la abertura de la puerta intentando localizarlo sin lograrlo, obligándolo a salir de esa habitación en dirección a la cocina, donde lograba escuchar el golpeteo del cristal. Con cada paso que daba acercándose a ese lugar, el palpitar de su corazón aumentaba, provocándole que la sangre se acumulara en sus mejillas.

Apenas dio con el dueño de la casa, se paralizó en su sitio, sin saber muy bien que hacer o que decir. Volkov por su parte, había escuchado las pisadas del moreno, pero se enfocó primero en terminar lo que estaba haciendo antes de alzar la mirada y toparse con la bicolor que tanto amaba.

Sonrió enternecido al mirar al moreno nervioso frente a él, jugando con sus manos detrás de su espalda y meciéndose suavemente, mientras tenía la mirada en algún otro punto de la habitación, pero su mente le traicionó, mostrándole los recuerdos de la noche pasada, provocando que el calor se acumulara en sus mejillas.

— Le... le preparé el desayuno — comenzó captando inmediatamente la atención del moreno —, aunque por la hora diría que es más bien la comida—rio intentando aligerar el ambiente.

Horacio simplemente caminó hacia uno de los banquitos que conformaban la barra en la cocina, sentándose en él y esperando a que el ruso colocara un plato con comida en él, y un pequeño vaso de jugo.

— Espero sea de su agrado, la verdad no suelo cocinar — resopló nervioso llevándose una de sus manos a su nuca.

— Gracias — murmuró.

Una vez dicho esto, su estómago rugió al sentir el aroma de la comida invadir su nariz, recordándole que llevaba horas sin ingerir un solo alimento. Se dispuso a comer feliz bajo la mirada grisácea que le hacía sentir nervioso. Apenas probó el primer bocado no dudó en hacerle saber a Volkov que estaba muy bueno, arrancándole una sonrisa boba al ruso.

Todo era perfecto hasta que Volkov se encaminó hacia algún lugar de su casa, dejándolo solo en aquella cocina por varios minutos, desanimándolo. Cuando regresó a su lado, se dio cuenta que ahora portaba sus típicas pistoleras marrones y la fragancia intensa que solía utilizar, mareándole levemente. Le vio tomar su móvil, revisando algo en él, para después ver como este alzaba su mirada y emprendía camino hacia la cocina, abriendo una de las alacenas para sacar una pequeña caja, que después de servir un vaso de agua, se la colocó frente a él, junto con el vaso.

— Pastillas para el dolor de cabeza — le hizo saber —, yo debo retirarme.

Horacio asintió lentamente, sintiendo como todo su ánimo decaía, volteando su mirada hacia su plato removiendo desinteresadamente las porciones que aún le quedaban por comer, pero la calidez suave que se posó sobre su coronilla, le paralizó por unos momentos, y cuando se recobró el toque ya se había alejado. Inconscientemente llevó su mano a donde previamente había sentido el toque, mientras dirigía su mirada al ruso frente a él, con un rubor cubriendo sus mejillas adorablemente, dándose cuenta que Volkov se encontraba de la misma forma que él, con su vista desviada.

〖 Don't say it again 〗- VOLKACIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora