Capítulo 25

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Tras varios intentos, pude abrir los ojos y lo primero que vi fue el color blanco del techo, también percibí un zumbido prolongado y la calidez que envolvía mi mano derecha, alguien la sostenía, Ji. Quien dormía con el rostro apoyado sobre el borde de la cama, sin soltar mi mano. Observe la habitación, toda era del mismo tono que el techo y salvo por la cama y la silla donde Ji estaba, al fondo solo había un pequeño mueble, sobre el cual descansaba un arreglo florar. Intente mover la otra mano y descubrí que tenía una intravenosa sobre el dorso, intente moverla pero al instante desistí, era doloso, rayos eso era un fastidio.

— ¿Febe? —La voz adormilada de Ji se escuchó. Lo mire y descubrí que había levantado el rostro y se frotaba los ojos. Se veía tan adorable, con esa expresión confusa y el cabello despeinado, como un niño pequeño— ¡Febe! —Exclamo con alegría.

— ¿Qué haces aquí? —Pregunte aun un poco adormilada— ¿Qué paso? —Pregunte.

Intentaba ordenar mis ideas, pero todo era un lio en  mi cabeza, solo tenía claro que estaba en un hospital y que por lo visto Ji se había quedado a dormir conmigo. El rostro de Ji se puso tenso en cuanto escucho mi pregunta. Y entonces recordé lo que había pasado la noche anterior. Un pánico me invadió, recordé los dolores, haberme caído en el bar, todos a mi alrededor, los paramédicos, Ji sosteniendo mis manos y repitiéndome “todo saldrá bien”, la camilla bajando de la ambulancia, las enfermeras y el medico revisándome, el sedante que me inyectaron y entonces nada, después de eso no había nada, todo era oscuridad. ¿Qué había ocurrido?

— ¿Y el bebé? —Pregunte llevándome la mano al vientre instintivamente— ¿El bebé? —Repetí la pregunta con un nudo en la garganta.

—Tranquila, Febe —Dijo Ji intentándome recostar en la cama, pues había intentado incorporarme.

—Ji ¿El bebé?

—Llamare al médico —Sujete su brazo, antes de que se alejara. Tenía que saber que había ocurrido.

—Dime ¿Qué paso? —Exigí un poco más alterada. ¿Por qué no contestaba?

—Trata de calmarte.

—Dime —Dije jalando su brazo.

—Febe, todo está bien. Pero quédate quieta.

—No. Dime… —La puerta de la habitación se abrió en ese momento y un hombre con bata, entro, acompañado de una chica que lucía un traje de enfermera. Ambos me miraron sorprendidos.

—Doctor —Susurro Ji.

— ¿Hace cuánto que despertó? —Pregunto mirando a Ji.

—Hace un momento. Iba a decirle —Contesto Ji y miro mis manos aferradas a su brazo.

—Ya veo —Se acercó a mí y me miro a la cara— ¿Cómo se siente? — ¿Cómo me sentía? ¿Bromeaba? Estaba al borde de un colapso, no tenía idea que había pasado, no sabía si aún estaba dentro de mí. Se acercó al aparato junto a mi cama y observo los números que marcaba— Me alegra ver que su presión se ha normalizado y que sus signos vitales están dentro de lo normal. Si las cosas siguen así, podrá irse a casa, mañana —La enfermera comenzó a anotar los números en una tablilla.

El peor y mejor errorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora