Capítulo 11

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¿Yo? ¿Me estaba tomando el pelo? ¿Realmente pensaba que me creía sus palabras? Sin duda su discurso había sido muy bonito y demasiado fácil de entender, pero yo me tragaba ese cuento del amor fraternal, ni tampoco eso de que él no debía saber que me había contado todo ella. ¿Por qué si todo era así de sencillo, no había intentado decírmelo él mismo? Además ¿Por qué le iba a importar lo que yo pensara? Ese chico coqueteaba con cuanta chica lo miraba, no tomaba a nadie enserio y había otro punto que faltaba ¿Dónde había dormido esas noches? ¿Con ella? Como quiera que fueran las cosas, no pensaba preguntarle al respecto, porque desde luego no me importaba.

—No lo creo —Conteste con indiferencia.

— ¿Acaso no te has dado cuenta? —Pregunto mirándome con reproche. Seguro solo intentaba enredarme.

— ¿Eso era todo lo que tenías que decir? —Pregunte, evadiendo su pregunta. Me miró fijamente y movió la cabeza.

—Eres complicada. Pero si, era todo lo que tenía que decir.

—Genial —Me puse de pie y tome el vaso— Gracias por el café.

—Por favor, mantengamos esta  charla en secreto.

—Por supuesto —Conteste dirigiéndome a la puerta.

Desde luego que no me creía sus palabras. Pero tampoco quería darle vueltas al asunto, suponiendo que todo fuera cierto, eso no cambiaba nada. No volvería a dejarme llevar por ese chico, definitivamente debía volver a mis sentidos y cumplir con mis planes, comenzar una vida nueva y seguir adelante. Razón por la que no podía distraerme con jueguitos tontos.

Había caminado un par de calles, cuando vi a un par de tipos que estaban apoyados contra una pared. Quienes al verme, se movieron situándose a mitad de la banqueta. Mire a mi alrededor, la calle lucia desierta, sin contar que un par de lámparas estaban apagadas. ¡Maravilloso! Decidí seguir como si nada, tal vez así se dieran por vencidos.

—Miren a quien tenemos aquí —A pesar de que solo había cruzado un par de palabras la semana pasada, reconocí la voz del tipo que me había tocado mi primer día en el bar y que había golpeado Ji. Me detuve en seco y fue cuando vi su cara, aun llevaba un vendaje sobre la nariz. Lo que me hizo recordar, que Mel había mencionado que le habían roto la nariz. No estaba solo, otro tipo mal encarado le acompañaba, sonreía burlón mientras me recorría con la mirada— Parece que hoy no está aquí tu salvador —Por su expresión vi que no tenía buenas intenciones.

— ¿Te gusta meterte con mujeres? —Escuche una voz a mi espalda, pero no era Ji, como creí en un principio.

— ¿Y tú quién rayos eres? —Pregunto con fastidio el tipo del bar. Sentí sobre el hombro la mano del chico que había hablado.

— ¿Yo? Su protector —Aseguro guiñándome el ojo. Me hubiera gustado decirle que no necesitaba su ayuda, pero lo cierto era que si la requería. Como me lo había dicho el mismo Ji, aunque pudiera defenderme, estando contra dos tipos como ellos, no había mucho que pudiera hacer.

— ¿Protector? —Pregunto con ironía el tipo y miro a su acompañante— Si no quieres meterte en líos, es mejor que te largues.

El peor y mejor errorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora