Capítulo 5

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¿Entretenida? Más bien mi vida sería una pesadilla con ese chico rondando. Vivir con él  y verlo todos los días, no podría ser nada divertido, aunque esperaba que después de ese golpe, no le quedaran ganas de volverse a meter conmigo. Mira que eso no era nada de lo que podía ser capaz, ningún chico engreído me amedrentaría.

—No deberías de ser tan malvada con él —Dijo entre risas Hannia. Claro, a esa chica le encantaba burlarse de mí, pero ya llegaría el momento en que pudiera hacer lo mismo y entonces variamos quien reía mejor.

—No lo soy, simplemente no me gusta que se quiera pasar de listo.

—Y vaya que es listo. Mira que en dos días y ya probo tus labios, amiga.

—No te burles de mí.

— ¿Qué? No me burlo, es solo que es raro en ti dejar que llegara tan lejos —Y eso que no le había contado que había entrado a mi habitación mientras dormía y me había tocado la nariz y mofado diciendo “Me gusta”. Cretino.

—Es solo que me tomo por sorpresa. Mejor dicho dormida.

—Cuidado. Recuerda ese dicho “Camarón que se duerme…”.

—Te aseguro que no pasara de nuevo.

—Quien sabe.

—Gracias “Amiga”.

—No te lo tomes tan apecho, Febe y mejor diviértete con él.

—No tengo ninguna intensión de divertirme con él.

—Entonces ¿Puedo divertirme yo con él?

—Loca.

— ¿Qué? No hay que desperdiciar chicos guapos. Digo, ya que tú no lo quieres, yo puedo aprovecharlo. ¿No crees?

—No se puede hablar enserio contigo —Se escucharon unos golpes en la puerta. Hannia soltó una risa.

—Creo que el amor llama a tu puerta Febe —Se mofo.

—Te llamo después.

—No le pegues, mejor dale amor.

—Adiós Hannia —Colgué. Esa mujer era imposible. Mire la puerta de mi habitación, esperaba que por su bien y por el mío, no fuera Ji quien tocara, esa charla con Hannia me había hecho recordar que me caía mal. Abrí la puerta esperando verlo, pero no era él. Era Fran.

—Febe —Dijo sonriendo. Respire y forcé una sonrisa, él no tenía la culpa de nada.

—Hola Fran.

— ¿Cómo te fue? —Pregunto entusiasmado. Me hice a un lado para que entrara y me encogí de hombros, como respuesta. No había gran cosa que contar, al menos no respecto a la universidad.

El peor y mejor errorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora