Estaba enojada. No creo que a la gente les guste cambiar sus horas de sueño por obligación. Eran las 6 de la mañana y yo tenía que ir al club de la que soy parte en la escuela. Solemos ayudar a gente que realmente lo necesita, específicamente ancianos y niños.
No tengo mucho tiempo, así que tomo una tostada y mí típico vaso de café que mí madre me había preparado.
- Que te vaya bien Ophe - estaba cansada, sus ojeras describían su estado actúal. No podía quejarme, siempre hacía todo lo posible para que no me falte nada.
- Gracias ma, igualmente para ti - lo único que pido es que pase rápido el día.
Lamentablemente tenía que ir en el autobús ya que mi padre no podía llevarme, su trabajo está al otro lado de la ciudad y le queda muy trasmano para ir. También me costaba ir hasta la estación donde lo tomaba, porque está en la dirección justa para que el viento te envuelva y haga que te congeles.
Agradezco a mi mamá que me haya preparado el desayuno, no sé qué sería de mí sin ese café.
Hoy me tocaba viajar sola. En el sentido que lo digo es que no tenía que viajar con la bandada de cotorras que taladran la cabeza a las personas que subían al bus. A decir verdad ellas eran todo para mí, siempre me hacían sentir mejor.
Lane solía ser la que mira con disgusto a la gente, pero es un pastelito. Fiorella no era mala, pero su cara decía lo contrario. Phoebe es prácticamente mi hermana, tiene todo lo que una amiga busca.
En fin, la banda de loras son todo lo que está bien. Yo no suelo tener un favoritismo hacia alguna, pero la historia que tenemos con Phoebe era una de verdad, no estoy discriminando a las gemelas (Ah, porque sí, Lane y Fiore son gemelas).
Tuve que salir de mis pensamientos ya que venía el bus que tenía que tomar. Es solitario sin las chicas pero las voy a tener parloteando toda la mañana.
– ¡Ophelia querida! – me sorprendió ver a la señora Parker sentada en mi típico asiento. No era exactamente mío pero me gustaba decir que sí.
– ¡Señora Parker!, ¿cómo ha estado? –.
Me alegra verla así de bien. Yo la conocí en un centro de rehabilitación por el alcohol. Una vez fuimos con el grupo a llevarles un mensaje alentador y fue ahí donde la conocí. No voy a mentir diciendo que no fui a verla después, porque sí lo hice.
– Bien hija, bien. Me gustaría que vengas a tomar el té si quieres – no sé si me emocioné por la invitación o con las ganas que lo dijo.
– ¡Claro! – sonreí ampliamente – En cualquier momento iré a visitarla –.
– Te estaré esperando –.
Y así se me pasó tremendamente rápido el viaje hasta la escuela. Me di cuenta que tenía que bajar gracias a un chico que hizo sonar el timbre, lo cual me hizo sobresaltar.
Pensé que era Harvey, también participaba en el club, ya que aparte era capitán del equipo de fútbol de la secundaria. Pero no lo era.
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– Cómo dije, si tienes más tipos de abrigos para donar es más que bienveni...– Justo pude llegar a escuchar el final de la conversación de Rose y una chica. – Ah, hola Ophe –.
– Qué tal – soné un poco cortante pero en lo único que pensaba era en mis pelos que seguramente eran un caos.
– Le estaba contando a Katie – señala a la chica – que podía colaborar con abrigos o lo que ella vea que es necesario –.
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Si existiera otro universo
RomanceDías de otoño, noches oscuras, cafés, árboles, vistas y estrellas. Palabras que son difíciles de congeniar, pero no imposibles. También suena raro decir que observando se puede llegar a descifrar a alguien. Ophelia y Theodore eran la prueba exacta...