Por fin era Viernes y no teníamos clase porque otra vez tenían que arreglar no sé qué cosa en las aulas. Hoy saldría con las chicas a pasar la tarde. Tengo casi todo, pero en un rato vendrían a buscarme para comprar lo que faltaba.
– Hoy saldré con las chicas – les aviso a mis padres para que sepan.
– ¿Qué van a hacer? – pregunta mí padre.
– Iremos a la plaza cerca del campo – muerdo un pedazo de medialuna.
– ¿Qué campo? – se viene el interrogatorio.
– Emm el de la casa de la tía Marget –
– Solo irán las chicas, ¿Verdad? – pregunta mi madre.
– Claro, comeremos y luego iremos a la casa de libro –
– Está bien hija, que la pasen lindo –
– Gracias ma – sonrio.
Estaba por salir de la cocina pero mi padre me detuvo.
– ¿Puedes comprarme un libro? – me dice mientras saca dinero para entregarme.
– Obvio, ¿cuál quieres? –
– Sorpréndeme – esa respuesta no me la esperaba.
Asiento para luego salir de la casa. Con mi canasta en mano, solo falta que lleguen las cotorras.
Y tal como sabía, venían a las carcajadas. Me di cuenta que eran ellas porque el barrio no suele ser ruidoso.
– ¿Lista? – me pregunta Fiorella.
– Lista como embarazada por dar a Luz – mi comentario hace que se rían aún más fuerte.
Nos tomamos de los brazos como si fuéramos abuelas, y nos dirigimos hacia nuestro destino.
– ¿Falta mucho? – pregunta Fiorella en medio camino.
– No, es allí – señalo hacia el parque donde íbamos a almorzar.
– ¡Oh! – exclama Phoe – Es bellísimo –
Y no se equivoca, al rededor de los asientos habían flores multicolores. También había una fuente de los deseos, esos en donde tienes que tirar una moneda para que se cumpla.
– Vayamos ahí – señala Lane.
Nos acercamos hacia una esquina y empezamos a acomodar todo.
– Trajimos mucha comida – dice Phoe mientras abre los ojos como plato.
– Saldremos rodando – concuerdo con ella.
Estaba todo lindo, nos habíamos preparado un almuerzo que si fuera por mí lo acabaría en dos segundos. Tenemos variedades de cosas, de salado hasta dulce.
– Chicas – suelta Phoe tímidamente.
– ¿Qué? – dijimos las tres a la vez.
– Ayer salí con un chico – oh por Dios..
– Ya lo sabía – expreso.
– ¿Cómo? – me mira sospechosamente.
– A ver – hago una pausa – No te olvides que tengo poderes para saberlo todo – le guiño el ojo.
Su respuesta fue una simple risa.
– ¿Cómo es? – pregunta Lane.
– Emm, creo que es normal – se escoje los hombros.
– ¿Qué quieres decir con normal estúpida? – suelta Fio.
– O nos das más detalles o te hacemos comer las flores de ahí – señalo la fuente que también estaba rodeada de unas margaritas hermosas.
ESTÁS LEYENDO
Si existiera otro universo
RomansaDías de otoño, noches oscuras, cafés, árboles, vistas y estrellas. Palabras que son difíciles de congeniar, pero no imposibles. También suena raro decir que observando se puede llegar a descifrar a alguien. Ophelia y Theodore eran la prueba exacta...