V E I N T I D O S

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Nos habíamos quedado en silencio un buen rato, hasta que lo vi pararse.

– ¿A dónde vas? –

– A mi casa – respondió.

Comienza a bajar las escaleras y yo lo sigo con la toalla envuelta hasta la entrada de la casa.

– ¿Puedo ir contigo? – había venido en un auto así que aprovecho para ver si me podía llevar a casa a cambiarme.

Ni se inmutó, solo siguió caminando.

Cuando estaba por subirse levantó la cabeza.

– Sube – exclamó.

Que agradable coche, era vintage y retro.

Pensé en cómo iba a avisarles a las chicas que me iba porque había dejado todo.

– Espera, ya vuelvo – salí corriendo hasta la casa otra vez. Justo la ví en la cocina. – Me voy a mi casa a cambiarme y vengo – ella asiente.

Agarro mi bolso, vuelvo y salgo finalmente.

– Pensé que te ibas a ir – le digo apenas subo.

– Estaba por hacerlo –

Tras decir eso arrancó, y pensé que iba a manejar como un bruto pero no. Iba tranquilo.

Cuando se estacionó en la puerta de mi casa, se me vino un recuerdo de pequeños.

– Ahí – señalo la casa de la vecina – Fue cuando el perro nos mordió, ¿te acuerdas? –

Tenía la ilusión de que se riera pero no lo hizo.

– Andabas con el pantalón roto – me contesta.

– Casi se me vió todo – suelto una risa.

Salgo del auto y me agacho hacia la ventana.

– Gracias por traerme – le agradezco.

– Ya vete de una vez – suelta suavemente.

– Está bien – levanto las manos hacia los costados de mi cabeza.

Por lo menos le quedaba algo de caballerosidad, pienso al verlo que esperó hasta que entrara.

Hasta que me dí cuenta que era porque no le arrancaba el auto.

Apenas estuve adentro lo primero que hice fue darme una ducha rápida y segundo me fijé la hora y eran las dos de la mañana. En qué momento.

Así que decidí decirles a las chicas que no iba a volver porque mañana tenía grupo y no iba a poder levantarme temprano.

Me coloco el pijama y me acuesto.

Había pasado una buena noche. Y espero que Theo también.

Lamentablemente no pude estar tanto tiempo con Fiore porque ella estaba hablando o con Halmet o con otras chicas. Así que seguramente hagamos algo con Lane y Phoebe estos días.

———

No siempre me despierto normalmente. Por ejemplo, hoy no era el caso.

Salté de la cama porque estaba Halmet gritando en mi puerta, y no era nada importante, solo necesitaba si le prestaba mi peine.

– Son las seis de la mañana – le digo apenas abro la puerta.

– Pareces una bruja – me dijo. Y claro, mis pelos estaban que daban miedo.

– Ten – le extiendo el peine.

– Gracias – gira para irse, pero se vuelve a dar vuelta – ¿Quieres que te acompañe hoy? –

Si existiera otro universo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora