S I E T E

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Digamos que me dormí bastante. Cuando me di cuenta eran las once de la mañana. Pero bueno, era domingo.

No tenía planes hoy, tal vez podía ir a tomar un café y pasear a Luke. Pobrecito no sale a pasear desde hace como una semana.

– Ophe, buenos días – entra mamá de golpe y a las apuradas.

– ¿Si? – pregunto estirándome.

– Nosotros con tu padre nos iremos a lo de Marget, ¿Quieres venir? – Sinceramente no.

– No tengo muchas ganas, he estado saliendo todos los días. Prefiero quedarme –

– Está bien hija, puedes hacer lo que quieras – hace una pausa y me apunta con el dedo – Eso si, saca a pasear a Luke más tarde –

– Planeaba hacerlo – le sonrió.

– Nos vemos, te dejé comida  – se acerca a darme un beso en la coronilla para poder irse.

– Muak – hago que le tiro un beso, eso estábamos acostumbradas a hacer.

Escucho silencio. Se fueron, y eso implica poner música. No me tardo menos de tres minutos que ya estaba bajando con Louis tomlinson de fondo.

Decido comer mientras veo un poco mi teléfono. No tenía muchos mensajes, solo algunos de las chicas que contaban el chisme de la semana.

Ya que podía hacer lo que quiera en estas horas, voy a aprovechar a hacer una maratón de teen wolf.

Mi serie favorita, y no porque estaba Dylan O'Brien, claro que no.

Si no me equivoco me habré visto como tres capítulos. Miro el reloj y me doy cuenta que eran las cuatro de la tarde.

Me levanto del sofá casi volando.

– ¡Luke! – grito llamándolo – Aquí estás travieso –

Agarro la correa y las llaves. Él sabía que íbamos a dar una vuelta, porque saltaba como loco.

Creo que voy a aprovechar a ir a tomar un batido, hace mucho no bebía uno.

Fuimos al parque, pasamos por un lugar donde había una feria, y finalmente después de unas ocho cuadras llegamos.

– Hola, ¿me darías un batido? – le pido al que estaban atendiendo.

– Claro, ¿de qué sabor? –

– Emm, frutilla y arándanos – le pago y espero a lo que ordené.

– Aquí tiene señorita – me entrega el vuelto junto al batido que se veía exquisito.

– Gracias, que tenga buena tarde – me despido.

– igualmente – responde el señor.

Veo que mi perro mueve la cola como en forma de que quería un poco.

– Luego te dejo – le acaricio la cabeza.

Iba caminando lo más tranquila, pero cuando estoy por cruzar por el puente, veo un cartel más grande que el pueblo colgado en el medio de la calle.

"Si no se quiere perder la oportunidad y
el privilegio de ver la lluvia de estrellas y las dos misteriosas contestaciones que van a aparecer en el cielo. No te olvides de visitarnos en el campo solitario, la entrada será gratuita.  No te lo pierdas, va a ser extremadamente magnífico"

Bajo la vista, y me encuentro con el ser más amable que existe del otro lado de la calle.

𝐍 𝐀 𝐑 𝐑 𝐀   𝐓 𝐇 𝐄 𝐎                 

No iba a perdérmelo, las estrellas son lo mío.

Estaba por girarme para seguir caminando, y ¿qué me encuentro?, a la parlanchina leyendo el cartel.

Debo admitir que han pasado años desde nuestro último juego, y me acuerdo lo molesta que era. Confirmo mi teoría de que seguía siendo igual de pesada que antes.

Siempre sonríe, es amable con la gente y tiene modales cómo si la hubieran entrenado en un palacio.

Habla mucho, suele ser insoportable, habla rápido y a veces no se le entiende lo que quiere decir. Eso no va conmigo. Siempre la veo en la escuela con sus amigas, y sorprendentemente era la que menos veía que hablaba.

El otro día mi abuela me había preguntado sobre ella, y yo le dije que tal vez no me recordaba, pero cuando se acercó a hablarme y a parlotear supe que me había equivocado.

No suelo hablar mucho con la gente, soy de esas personas que les gusta centrarse en uno mismo, no me pregunten el por qué, siento que en mi pequeño mundo estaba bien.

Desde que tengo memoria fui de pocas palabras y medio cortante, no es porque quiera, sino porque me salía ser así. Porque una vez leí algo que decía "El cielo recibe maldiciones por causa de las personas y de uno mismo. y en cambio ofrece estrellas"

𝐍 𝐀 𝐑 𝐑 𝐀  𝐎 𝐏 𝐇 𝐄 𝐋 𝐈 𝐀

Quiero ir a ese lugar, ya lo conocía porque había ido un par de veces, pero ese no es el punto. Estoy emocionada por lo que va a pasar en el cielo, va a ser mi primera vez presenciando eso.

Llegué a casa cansadísima, con ganas de acostarme pero mis padres querían ver una película, así que lo hicimos mientras comíamos palomitas de maíz.

Y así terminó mi día. El martes sería el festival de estrellas que duraría unos días. ojalá el cielo se despeje esa noche así podemos ver todo con lujo de detalle.

Antes de irme a dormir me acuerdo de una frase que escuché toda mi infancia: "Cuando nadie mira las estrellas, éstas dejan de ser estrellas. Quizás son diamantes, polvo de hadas, carcajadas de niños, reyes o esclavos. Son como somos nosotros cuándo
nadie nos mira".


 Son como somos nosotros cuándonadie nos mira"

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Si existiera otro universo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora