Ya era otro día y tocaba la clásica rutina. Cambiarme, agarrar mi café e irme.Ya me había acostumbrado pero eso no quitaba el cansancio de uno.
– Buenos días hija – saluda mí padre – Más tarde iremos a la casa de comida que abrieron cerca de la de Marget –
– Ah –
– ¿Quieres venir? – me pregunta.
Dudé unos segundo.
– Bueno – terminé asintiendo.
– Genial, cuando sales del colegio vas directo allí – yo asiento.
– Por mí está bien –
– Bueno, que te vaya bien – me da un beso en la cabeza como despedida.
Yo no podía hablar porque tenía la boca llena de medialunas. Pero mi tiempo se ve interrumpido por el reloj.
– Mierda – me levanto casi volando de la silla. – ¡Nos vemos! – le grito a mi madre que estaba arriba.
El cielo no tenía indicios de que iba a llover.
Una vez que subo al bus, me encuentro con las mellizas y Phoebe.
– ¿Qué onda la stripper? – Que raro de Lane.
– Como stripper me muero de hambre – le respondo.
– Pero si con esa cola que tienes – la miro con disgusto.
– Hola Fio – la veía un poco distraída con el celular.
Ella me tira un beso como respuesta.
– ¿Tú que cuentas? – me pregunta Phoe.
– Cansada – me giro completamente hacia ellas – Vendí el cuadro – al decir eso las tres abrieron los ojos como plato.
– Pero.... – dice Lane.
– ¿Cómo que lo vendiste? – me cuestiona Fiorella.
– Lo ofrecí en la feria para recaudar fondos para el asilo y los niños, pensé que sería una buena idea poner algunos de mis cuadros – suelto – Entre ellos estaba ese y bueno… –
– Estás loca – me dice Phoe.
– Era tu primer recuerdo sobre cómo empezaste – se queja Fio.
– Deberías averiguar quién lo tiene – opina Lane.
– Es complicado, aparte haré mejores –
– Oh, claro que sí – me alienta Phoe con un suave golpe en el hombro.
Cuando nos dimos cuenta ya habíamos llegado, así que nos dirigimos hacia la clase de hoy. Cabe aclarar que no tuvimos grupo.
Sinceramente no presté atención a la clase, me puse a pensar en lo que me habían dicho las chicas. No debería averiguar quién lo tiene porque sería ridículo, pero también quería que esté en buenas manos.
El timbre me hizo sobresaltar.
– Tan rápido pasó el tiempo – le digo a Phoebe que estaba a mí lado.
– Voló – sí que voló.
Una vez en la puerta de salida me despido de las chicas hasta el lunes. Tal vez nos juntamos pero no era seguro.
Pero ¿pueden creer que cuando estaba por salir veo el bus pasar?, osea que lo había perdido. Y para colmo estaba comenzando a llover.
– No puede ser – me quejo mirando al cielo – Justo ahora –
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Si existiera otro universo
Roman d'amourDías de otoño, noches oscuras, cafés, árboles, vistas y estrellas. Palabras que son difíciles de congeniar, pero no imposibles. También suena raro decir que observando se puede llegar a descifrar a alguien. Ophelia y Theodore eran la prueba exacta...