Capítulo 0

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¿Por qué tenemos que cambiar por la sociedad? ¿Por qué no, la sociedad cambia por nosotros?
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Desde pequeña mi madre siempre me dijo que las relaciones a temprana edad eran fugaces, como quien dice "amor de niños", me decía que si sentía algo por alguien, tratara de darle una etiqueta, si podía, era porque ya me veía con esa persona a mi lado en un futuro, si no, era que aún no encontraba algo que pudiera unir a esa persona con mi vida, en pocas palabras, si lo ves a tu lado, quédate, si no, aléjate.

Se suponía que esa técnica me funcionaba, al menos la mayor parte del tiempo.

las personas a mi alrededor me daban una especie de paz y comodidad, algo que no sentía con nadie más, y no es que fuera una persona cerrada, todo lo contrario, era muy sociable, me gustaba hablar mucho y conocer gente nueva, pero cuando no sentía esa comodidad y paz que se supone me deberían transmitir, me alejaba. Prefería que las personas creyeran que no era muy sociable a salir lastimada.

Si, tenía mi propia burbuja, y era feliz en ella, ajena de lo cruel que pueden llegar a ser las personas cuando no les interesas, o no valoran tus sentimientos, conocía un poco de eso, a la edad de 15 años la vida me dio un golpe fuerte, uno del cual mí burbuja no fue suficiente para protegerme, mi familia se desmoronaba frente a mi, y yo no sabía que hacer.

Mi madre, una gran cirujano de trauma, Pilar de la comunidad, madre ejemplar y esposa devota, se estaba perdiendo ella misma, a ella también la vida le dio un fuerte golpe, pero a diferencia de mi supo como afrontarlo rápido.

Mi padre, médico especializado en psiquiatría, el mejor de su clase, padre bueno y un esposo fiel, resultó ser la razón de esos golpes. Se supone que para alguien que se especializa en los sentimientos y emociones de la gente, sería fácil ver las señales de que algo no estaba bien, pero supongo que encontró una manera poco convencional de arreglar la situación.

Mi mama conoció a mi papá en la universidad, ella tenía 20 y él 22, compartieron algunas clases y salieron un par de veces, mi padre no se daba por vencido y al final logró que mi madre aceptara ser su novia, sus padres estaban más que felices puesto que la familia seguía una tradición familiar, la medicina. Salieron, se enamoraron, se graduaron, se especializaron, empezaron sus trabajos y al final del cuento se casaron.

De su gran amor nací yo, una pequeña bola de carne mitad y mitad, ojos cafés como mi mamá, pelo castaño como mi papá , y piel blanca con la leche, trayendo dicha y felicidad a la familia, festejaron mi nacimiento por todo lo alto.

Pero no todo es perfecto

Resultó que mi madre tenía un índice de fertilidad muy bajo, el que quedará embarazada de mi la parecer fue un milagro y que sobreviviera al parto aún más.

Mi madre lo sabía, mi padre lo sabía, y aun así decidieron seguir con el embarazo, porque el tener un hijo era un gran sueño para ellos, incluso más que la medicina. Pero para mala suerte de mi madre el sueño de tener más hijos terminaba conmigo.

Éramos un perfecto triangulo, dicen que es la figura más fuerte de todas, con sus tres puntas perfectas, solo que no eran perfectas, y luego de algunos años dejó de ser un triangulo, pues una de sus puntas se fue.

Tal vez no fui suficiente para él, no fuimos suficiente, pero ¿quién decide eso?.

El ser suficiente para una persona implica que no necesita nada más, de nada ni de nadie, no tendría por que haber buscado algo que ya tenía, no tendría por que dejarnos a mi madre y a mi con el pensamiento de no ser suficientes.

De Principio A FinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora