Capítulo 31

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Las mentiras son malas, no importa si obtienes algo bueno de ellas
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Alexis

Justo ahora estoy sintiendo un odio y una sensación de celos al ver como el idiota de Max le sostiene la cintura a la Layla.

Siento celos de eso, y no me da miedo, solo curiosidad.

¿Porque siento celos si ni sé que siento por ella?

— ¿se conocen? — La duda en ella no me sorprende, se supone que no tendría porque saber nada de esto

— lamentablemente, si — argumento con odio mirando al idiota

— él es... Un viejo socio de negocios — se atreve a argumentar

¿Socios?

Ni en esta ni en la otra vida.

— ya... Ammm, señor Well, un gusto verlo de nuevo — me calma totalmente la sonrisa sincera en su bello rostro

— ¿lo conoces? — pero el idiota abre su estúpida boca — ¿de donde lo conoces?

Frunzo el ceño ante el tono autoritario que usó con ella, no me gusta para nada como le habla.

— el señor Well frecuenta la cafetería de mi tía. Tenga en cuanta, señor James, que le respondo netamente por cortesía, no le debo explicación alguna, y el tono que esta usando no me agrada — se suelta de su agarre sin brusquedad, no se avergüenza a la hora de humillarlo y eso me hace sonreír de orgullo ante su seguridad

— Layla... ¿Podemos hablar mas en... Privado? — el idiota me mira con odio

El sentimiento es mutuo, infeliz

—  no, usted y yo ya terminamos nuestra conversación, con su permiso, regresaré a la empresa — se suelta del agarre de su mano y sale dando pasos furiosos

— ¿que haces aquí? — la observó salir del lugar y la pierdo en la calle

Me giro al idiota y lo veo frío — ¿disculpa? ¿Me podrías mostrar los papeles de propiedad? Digo, para así saber porque tengo prohibido el paso al lugar — me rio con burla — no molestes — le evado y camino a la recepción

La señorita me entrega mi pedido y regreso a la puerta, el idiota sigue parado ahí.

— escucha bien, no te quiero cerca de Layla, ella es mía ¿entiendes?

Contuve las ganas de carcajear, lo mire divertido y rodé los ojos.

— lo que tu digas — le palmee el hombro antes de salir

Me reí del camino al auto. ¿ Volvimos a la escuela? ¿Quien amenaza así?

Me detuve antes de subir, la vi al otro lado de la acera, tal vez esperando un taxi.

Terminé de subir y di la vuelta para detenerme justo al frente de ella.

— ¿necesita que la lleve señorita? — le sonreí y ella en cuanto me vio me devolvió la sonrisa

De Principio A FinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora