12. save us, angel.

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capítulo doce: sálvanos, ángel

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capítulo doce:
sálvanos, ángel.
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LUEGO DE LO OCURRIDO, DECIDIÓ QUE BEÍA DARLE UNA PAUSA A SU AVENTURA EN BUSCA DEL ENIGMA DE LA BRÚJULA MALDITA. Todavía sentía la tensión del momento en que saltó a los brazos del rubio, por lo que se cambió, colocándose un traje de baño nuevo, le quitó la lona a su piscina y decidió que lo mejor sería refrescarse ante dicho clima caluroso. Todavía no se había metido dentro del agua, primero estaba sentada bajo la sombra de una buena sombrilla, en sus manos descansaba una limonada recién servida y sus gafas de sol puestas.

Se encontraba recostada, intentando aclarar sus pensamientos y simplemente respirando la brisa veraniega. Escuchó unos pasos y a la vez unas voces, su hermano y Sarah Cameron estaban cerca, por lo que se acomodó en su lugar, subió sus gafas hasta su cabeza y observó como el rubio entraba a la casa y dejaba a solas a la castaña-rubia junto a su melliza. Sarah Cameron traía un conjunto de verano color amarillo, y sostenía tímidamente una toalla entre sus manos, tomando asiento al lado de Leila. La susodicha apagó la radio y miró a Cameron.

Últimamente por su cabeza rondaba el momento que había tenido con Carrera, cuando esta le agradeció por haber guardado aquel preciado secreto. Se dio cuenta que había sido muy dura con ella, que Sarah Cameron solo había escuchado su corazón y que ella no tenía culpa de nada, solo le había molestado ver a su hermano con el corazón roto aquella tarde, pero este ya no merecía dicha pena. Sarah Cameron cometió muchísimos errores, justo al igual que ella, y su más grande error había sido haber dejado morir su amistad con ella, aunque no era tarde después de todo.

—¿A dónde irán? —preguntó rompiendo la tensión e incomodidad. A Sarah le tomó por sorpresa que la rubia iniciara la conversación. Mientras que Leila fingía que la disputa entre ellas nunca pasó; realmente le costaba formular una disculpa.

—Iremos al lago —contestó jugando con sus dedos—. Puedes venir, si quieres —sugirió encogiéndose de hombros—, es decir, probablemente tengas planes con los pogues, ya que ahora siempre estás con ellos...

—No tengo planes —interrumpió a la castaña nerviosa—. Pero si tengo algo de riña con Topper, así que no me gustaría arruinar su cita ni nada por el estilo.

—¿Lista? —preguntó Topper llegando al lugar, dándole una mirada fugaz a su hermana melliza.

—Si, vamos —respondió, no sin antes regalarle una sonrisa tímida pero benévola a Leila.

La pareja no tardó en desaparecer de su campo visual, dejando así que la rubia volviera a su estado relajado, recostándose sobre el espaldar de su silla y volviendo a encender la radio. Estaba menos preocupada, a pesar de que no se había disculpado formalmente ante ella, y es que de cierta manera le aterraba hacerlo. Solo quería volverle a hablar como si aquello nunca hubiera pasado, pero entendía que pronto tendría que hacer dicha cosa. Se dio un chapuzón en la piscina, ahogando sus pensamientos y quitándose el calor de encima.

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