24. the devil in disguise.

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capítulo veinticuatro:el diablo disfrazado

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capítulo veinticuatro:
el diablo disfrazado.
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Quizás era una mala idea ir hasta donde la persona que te había puesto una pistola en la cabeza, pero seguramente era peor hacerlo junto a la persona quien era capaz de ponerle una pistola en la cabeza a alguien por ti.

Había una pequeña línea delgada entre la inteligencia y la cordura, pero lo que JJ y Leila hacían simplemente trataba de simples actos de adolescentes que tuvieron que aprender a crecer rápido. La rubia había tenido aquel arrebato de adrenalina, y llevaba una mochila de tela crema sobre su regazo, donde dentro se encontraba la pistola que en tantos problemas le había metido. La recordaba de aquella noche en el lago, cuando JJ no dudo en disparar al cielo en una noche bañada en terciopelo y cervezas de más, o cuando fue la razón por la que la rubia tuvo que encerrarse en el baño de la casa de John B mientras se tragaba sus suspiros y el corazón martillaba su pecho, cuando aquellos hombres desconocidos (y peligrosos) iban tras la brújula del padre de John B.

Ahora se aferraba a la mochila, sintiendo la forma del arma atravesando la tela. Miraba la carretera, que solo era alumbrada por las luces de la van. La rubia le había dicho la dirección de Barry, y enseguida Maybank supo donde era. La isla no era grande, así que cada isleño sabía de cada esquina y cada callejón, a pesar de nunca haberlo visto o si planeaban no hacerlo. Llegaron en cuestión de minutos, aparcándose lejos del donde se suponía vivía Barry. Era solo una proporción de terreno, con bastante vegetación detrás de una pequeña caravana blanca que había aparcada. Confirmaron que allí vivía, puesto que la motocicleta del chico del diente de oro se encontraba aparcada cerca de allí.

—Entramos, le amenazamos y luego le quitamos el dinero. No hagas ninguna estupidez —el rubio miró a la chica, quien se sorprendió por aquella petición. Solía ser él quien debía ser advertido de no hacer nada fuera del plan, pero la rubia se dedicó a asentir y bajar de la van, haciendo contacto con el aire salado y caliente de la atmósfera.

Caminaron juntos hasta llegar frente al trailer. Había una pequeña luz que tintineaba desde dentro, avisándole que sea quien estuviera adentro estaba despierto tanto como los grillos que cantaban en el fondo y como el viento que movía las hojas verdes veraniegas. La chica pudo ver su reflejo a través del tinte negruzco que tenía las ventanas de cristal de la caravana. El rubio se asomó, solo viendo la coleta azabache del chico, y notando la presencia de una melodía que provenía de una radio. La canción de rap que sonaba se detuvo en el segundo en que los nudillos del pogue azotaron con rabia y sed de venganza contra la superficie metálica de la caravana.

—Este maldito de Rafe —se escuchó por lo bajo. La rubia pensó que Barry debía de estar acostumbrado a visitas sorpresas por parte del kook, seguramente pidiéndole marihuana o sustancias incluso más abusivas para su sistema, una parte de la rubia quizo saber desde cuando Rafe se aventuraba a aquel tipo de expediciones, y cual era el porqué de estas, pero luego recordó que en su mente no debía de haber espacio para un traidor y desquiciado como él. Sus pensamientos se vieron interrumpidos en el segundo en que la puerta se abrió, mostrando a un Barry con ojos y nariz roja, pero sus pupilas se dilataron aún más cuando lo primero que vio fue el cañon de una pistola cerca de su rostro.

only angel  𖦹  jj maybank. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora