━━━━━━ ONLY ANGEL.
Leila Thornton era la melliza de Topper, y la princesa kook en Figure Eight, pero el destino se encarga de enlazarla con los pogues luego de aquel día de huracán.
JJ Maybank x OC femenino.
Outer Banks, temporada 1.
Estado: Term...
Dejó escapar un leve suspiro, para luego disponer a bajar las sucias escaleras de madera. Sus pies finalmente tocaron el tosco suelo, explotando totalmente la pequeña burbuja que había creado estando allá arriba junto a Maybank. Quería volver a subir, sincronizar su respiración con la de él y seguir hablando hasta quedarse dormida. Lamentablemente sabía que no se podía. Su padre seguramente estaba allá afuera buscándola, y no iba a detenerse hasta encontrarla.
Leila no podía huir toda su vida. No era justo.
Maybank bajó segundos después que ella, llegando inmediatamente a su lado y observando la cara de preocupación que Sarah tenía, también vieron como Kiara salía de la iglesia.
—Wheezie me acaba de enviar esto —fue lo único que la chica Cameron pudo decir, no sin antes, darle su teléfono móvil a Leila. La rubia tomó el teléfono en sus manos y vio un artículo de un periódico digital local. En este salían las fotos de los pogues, incriminándolos por secuestro, y acribillando a JJ Maybank como el más peligroso y el asesino de la Sheriff Peterkin. Más abajo ponía información sobre Leila y Sarah, quienes supuestamente eran las víctimas y estaban siendo detenidas contra su voluntad.
A Leila le comenzaron a temblar las manos por furia. No podía creer lo que su padre era capaz de inventar.
—¿Qué? Yo no maté a Peterkin —Maybank arrebató el teléfono de las manos de Leila.
—Otra mentira más de mi padre —Leila negó con su cabeza, dejando escapar otro largo suspiro, cerrando fuertemente sus ojos y reprimiendo las ganas de soltar un grito de frustración y luego ponerse a llorar como niña pequeña.
—Lo sentimos mucho, Leila —la morena intervino, colocando su mano sobre el hombro de la rubia.
—Es un cabrón... —el pogue susurró mirando a Leila.
—¿Qué sucede? —una voz sonó entre la oscuridad. John B y Pope salían de los pastizales, con sus mochilas puestas sobre sus hombros y algunas bolsas de plástico en sus manos. La linterna que Pope traía puesta en su frente cegó a los otros por algunos segundos, luego la apagó, solo alumbrando la luz que salía de linterna de John B.
—Míralo tú mismo —el rubio contestó entregándole el teléfono y esperando a ver su reacción. John B solo tardó unos segundos hasta que su ceño se frunció.
—Hay algo más —la kook se atrevió a vociferar, mirando fijamente su rostro. Tomó aire—. Tenías razón, John B. Mi padre... él, él asesinó al tuyo —casi no logró terminar aquella oración. Jamás había tenido que decir tal cosa a una persona, y mucho menos con esa culpa que sentía. Sabía que todo aquel desastre lo había causado William, pero no podía evitar sentir culpa por sus actos.
