only angel 𖦹 jj maybank.

14. the apologize.

capítulo catorce:
la disculpa.
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La rubia subió las escaleras de su casa y fue en dirección al baño. Allí limpio las yemas de sus dedos, las cuales tenían un líquido carmesí rozando las puntas de sus dedos, al parecer la sangre del pogue se había impregnado en ella cuando se acercó a él. Fue a su habitación, y fue directo a su cama. Sus padres seguían afuera, y era normal para ella y su hermano, normalmente solo se quedaban en sus respectivas habitaciones, hablando por teléfono o viendo algo en la televisión. Esa noche había sido distinta para la melliza, pues Leila Thornton había desobedecido una de las reglas primordiales que sus padres le imponían: No salir de la casa mientras ellos no estaban, y mucho menos si era de noche.

Leila tomó su teléfono, viendo algunas fotos y publicaciones en sus redes sociales. Por más que intentara enfocarse en su teléfono, esta no podía, por lo que simplemente lo apartó a algún lado y decidió cerrar sus ojos. Mala idea, pues ahora podía concentrarse aún menos en su sueño, de hecho, la rubia ni siquiera estaba cansada, solo quería obligarse a dormir para que así el día siguiente llegara ya. Pero en cuando cerraba sus ojos, solo podía pensar en lo ocurrido aquella noche. Había pasado tiempo a solas con el pogue, y para su sorpresa, lo había disfrutado mas de la cuenta. Había tenido un buen tiempo con él, sintió un alivio, un peso dejar sus hombros al no tener espectadores juzgándola por cada movimiento que hacía, era solo ella y el estúpido pogue que le había salvado varias veces la vida.

Se dio la vuelta, intentando acomodarse y esperar a que el sueño llegara. Miró el reloj que tenía en su mesa de noche, y la hora se asomaba en un verde neón. Eran las 2:33 de la madrugada, era muy temprano para que ella fuera a la cama, por eso le resultaba tan difícil.

Su corazón se detuvo al escuchar algo azotar contra su ventana de cristal. Intentó ignorarlo, pensando que solo fue algún animal o cualquier cosa, pero aquel ruido se hizo nuevamente presente, más insistente y ruidoso. Rodó sus ojos, ahora si que el poco sueño que tenía se había ido por completo, y decidió levantarse y ver que ocurría. Tan pronto abrió su ventana, sintió el aire fresco del verano acariciar su rostro, y seguido de eso, una pequeña piedrecita azotó su mejilla. Esta llevó su mirada al suelo, donde se encontraban Pope, Kiara, JJ y John B. A juzgar por la mueca del rubio, probablemente había sido él el culpable de que la piedra golpeara a la kook.

—¿Ouch? —pronunció con sarcasmo mientras asomaba más su rostro por la ventana—. Déjenme adivinar, ¿la policía los busca de nuevo?

—No —respondió Kie.

—¿Te atreves a tener otra aventura, princesa kook? —preguntó Maybank.

—¿Qué? —su ceño se frunció en confusión.

—Encontramos una pista —respondió Kie alzando sus cejas con entusiasmo.

—¿Vienes o qué? —preguntó John B.