10. midnight secrets and rebellion.

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capítulo diez: secretos de medianoche y rebelión

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capítulo diez:
secretos de medianoche y rebelión.
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LA VAN ESQUIVABA CADA HOYO O CUALQUIER OBSTRUCCIÓN QUE SE ENCONTRASE EN LA CARRETERA. John B tenía que ajustar mejor su vista a la noche, pero había contestado al llamado de la kook, quien había llamado a la morena, en busca de compañía y algo de consuelo. Dentro de la van reinaba el silencio, nada incómodo para los pasajeros. Thornton se removía de vez en cuando debido a pequeños desniveles que habían en el cemento de la carretera.

La rubia insistió en que no quería llegar a su casa, por lo que sugirió ir a la casa del adolescente de diecisiete años que lidiaba con la desaparición de su padre y tenía a servicios sociales respirándole en la nuca. Este no se negó, seguramente pondrían una fogata y sacarían algunas cervezas; típicas noches de verano para los pogues, seguramente no para la kook. Sus veranos eran un poco más diferentes, pues la diferencia era sus bolsillos. Una típica mañana de verano kook comenzaba a las seis de la mañana, haciéndose un desayuno de huevos revueltos y jugo de naranja, para luego ir a jugar tenis o golf, luego de eso probablemente iban a su casa a darse una ducha, para luego prepararse y salir a cenar fuera del banco de islas.

Los adolescentes yacían ya en el patio de John Booker Routledge —o como todos le llamaban—, John B. Su patio quedaba justamente enfrente del agua, tenía un pequeño muelle, más tierra dentro tenía varios árboles, pero el más que se destacaba era el que tenía dos hamacas en él, también tenía una pequeña jaula de madera, donde mantenía a sus gallinas dentro. En una parte de su patio, cerca de los árboles y las hamacas, había una fogata, con un tronco de madera al lado, que usaban como asiento. Sin duda alguna el lugar se veía mágico de noche, la luz de la luna iluminando el lugar, acompañado de los reflejos anaranjados que salían del fuego y de la iluminación proveniente de la casa de John B.

Pope y Kiara se encontraban sentados en el banco, en sus manos habían una cerveza, en las hamacas estaban John B y JJ, quienes solo estaban recostados, sin necesidad de mecer las hamacas. La rubia se encontraba sentada en la van, la cual estaba aparcada justo al lado de la fogata, frente a las hamacas. Sus puertas estaban abiertas, por lo que esta se encontraba sentada en la parte trasera del vehículo. La rubia también sostenía una cerveza en sus manos, le había rogado a la morena que le diera una, a pesar de que no estaba del todo segura, pues pensaba que la rubia no estaba lo suficientemente sobria como para ingerir alcohol.

—¿Por qué nos llamaste? Pensaba que las fiestas kooks eran las mejores, o eso dicen ustedes —el moreno preguntó.

—Obviamente no puede vivir sin nosotros, no la culpo, amaría estar cada segundo a mi lado —dijo JJ mientras embozaba una sonrisa egocéntrica y pícara, haciendo que Thornton rodara sus ojos.

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