only angel 𖦹 jj maybank.

15. i'm the villain.

TW: mención de suicido.

capítulo quince:
soy el villano.
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Había olvidado como era levantarse feliz. Sus ojos abrieron solos, sentía su cuerpo liviano, su corazón latía saludablemente y a pesar de tener dos o tres horas de sueño, se sentía con más energía que nunca. El sol se asomaba por la ventana de la habitación de Sarah Cameron, la cual dormía a su lado. Miró a su alrededor, escuchaba movimiento en la casa, así que debían estar despiertos.

—Despierten. ¡Sarah, Leila! —la puerta se abrió y la menor de los Cameron se asomó, Leila se preguntaba como sabía que estaba allí, pero igualmente no pudo evitar sonreírle a Wheezie—. Rose hizo desayuno y papá y Rafe están alistando las cosas.

—¿Alistando? —preguntó Leila un poco somnolienta, levantándose de la cama.

—Hoy es sábado —respondió Sarah, quien comenzó a estirarse y bostezar—, hoy iremos a jugar golf, y vendrás conmigo —miró su rostro somnoliento y sus ojos achinados—, no pienso estar cinco horas en un campo de golf sola. Papá, Rafe y Topper se entretienen prácticamente mirando césped, yo solo me voy a dar vueltas con Wheezie en el carrito de golf —la rubia miró a la menor quien asintió con una sonrisa.

—También molestamos a Rose —sonrió como si fuese cómplice de una travesura.

—Bien, iré con ustedes, pero primero tomaré el desayuno. No me soportaría ni a mí misma con el estómago vacío.

Luego de unos minutos, ya ambas adolescentes estaban sentadas en la mesa de comedor. Leila solo comía en silencio, mientras escuchaba una conversación matutina y monótona de Rose y Ward, aquellos eran una versión diferente de sus propios padres. Pero había algo real en ellos, parecía que Ward si quería a Rose, mientras que su madre parecía estar con su padre solo por compromiso... tal vez por dinero y estabilidad económica, o tal vez por su propio bienestar.

—Me alegra que hayas pasado la noche aquí, con Sarah. Hacía tiempo que no las veía haciendo sus pijamadas y esas cosas de chicas que solían hacer —el señor Cameron sonreía mientras llevaba la comida a su boca.

—¿No les molesta que haya venido tarde? —preguntó la rubia.

—Para nada, siempre eres bienvenida aquí, Leila. Eres parte de la familia, ¿no? —su mirada pasó a la de su hijo mayor, parecía que aquellas palabras tenían otro significado.

—Bien —intentó sonreír—. Iré a mi casa a bañarme y ponerme mi uniforme.

—Okey, cariño —Rose respondió esta vez.

Leila salió de allí y fue directamente a su casa. No quiso hacer ruido, por lo que entró a hurtadillas y por suerte logró hacerlo sin despertar a sus padres. Tomó una rápida ducha en su habitación y luego se dirigió a su ropero, donde sacó su vestimenta que usaba cuando solía ir al campo de golf. Consistía en una falda rosa pastel, con un top blanco. Tampoco olvidó un gorra y se colocó sus tenis, para luego bajar las escaleras con el mismo cuidado con el que entró.