Capítulo 7

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Rabia. Eso corría por mis venas.

Los rayos del sol me abofetearon para despertarme.

Creí que todo lo ocurrido había sido una pesadilla.

Desafortunadamente no era así.

Trey aún dormía como oso en hibernación. Lo moví varias veces sin éxito alguno en despertarlo. Esperé a que él bello durmiente rompiera el hechizo del sueño.

Mientras me dolía el cuello, las piernas y mi estomago rugía en busca de comida. Quizá quería informarme de que era hora del desayuno.

Trey bostezo y estiró su rico cuerpo. Tallo sus ojos para abrirlos y mirarme. Te odio. Pensé.

Me cruce de brazos.

—Buenos días. —tentó mi furia.

—Vamos a casa. —ordené firme.

—¿Vas a cumplir tu sentencia?

Como quería golpearlo ahora mismo.

—No seré tu novia.

—No nos moveremos de aquí hasta que lo seas.

Existen los ejercicios de álgebra y él.

Basta, no soy amor, ni respiro amor, y mucho menos lo doy.

—¡Chispas! —exhalé con desespero— ¡Está bien! enciende el auto. AHORA.

Prendió su Lamborghini para transitar el camino.

—Siempre consigo lo que quiero. —citó su lema de vida.

—Simpri cinsigi li qieri. —le mofé.

—Necesitas desayunar.

—Que inteligente amaneciste hoy. —contesté sarcástica.

Milagrosamente y para el bien de la humanidad, el camino se hizo corto. Al llegar al departamento me encerré en mi habitación para buscar algo de paz en algún cajón.

Me lancé en mi cama con la idea de que esta me tragase.

Cerré mis ojos dejando fluir mis pensamientos.

TREY LIFFORD

Afortunado.

Así me sentí cuando Mia aceptó ser mi novia.

Mi novia. Me repetí varias veces para creérmelo.

Era consciente de que sólo lo sería por un mes.

Pero serán los mejores treinta días de mi vida.

Mia, es decir. Mi novia. Se había ido a su habitación y como deseaba ser su cama en este momento.

Fui a preparar nuestros desayunos. Sin embargo, lo único que estaba disponible en el refrigerador era un frasco de Nutella y unas gomitas. ¿Enserio esa era su comida? No iba a permitirlo. Debía comer bien mientras yo esté aquí. Tomé las gomitas para salir del edificio rumbo al supermercado.

Al pisar el aula de cereales, me pregunté cuál era su favorito.

¿Cuál le gustará?

Indeciso los tomé todos y los metí en el carrito de compras. El cual estaba repleto de comida. Había frutas, galletas y pan integral, carnes rojas y blancas, masa para panqueques, pasta por montón. En fin, todo el trompo alimenticio estaba en mi carrito.

Llegué con prisa a la caja. Pagué y con más prisa traté de llegar al departamento.

Solté las bolsas en la encimera junto con un suspiro de alivio al ver que Mia aún no había salido de su cuarto. Pensé en qué situación estaría ella si yo no fuese venido ese día, también el motivo que ha de tener Steven de dejarla, yo… no podría alejarme de una chica como ella.

Persiguiendo mi arcoíris © [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora