4 años después...

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MIA HILL

—¿En qué momento acepte casarme un día después de mi graduación? —reclamo al aire a lo que tiro de mi cabello.

—Fue una mala idea. —manifiesta Lya decorando el ramo de flores.

Bufo, estresada, miro mi sortija.

Entonces sonrío memorando ese momento.

Era navidad, fin de año para ser concisa, llevaba guantes, gorro, bufanda y hasta un gran abrigo, me arropaba mucho para estar en la cena familiar. Ese año íbamos a la casa de mis padres, pues el año anterior a ese asistimos a la de mis suegros.

Fue una hora de viaje, pero llegamos antes de lo acordado, ayudé a cocinar a mamá su estafado de cerdo, también un postre y bueno, puede que haya abusado al pedirle preparar un poco de macarrones con queso.

Trey era más cercano a la familia y eso se percibía, no había un familiar al que no le cayera bien, excepto Juls, el amor de mi vida si fuera de su edad. Y por claros motivos detesta a Trey, no a él en sí, si no al hecho que sea mi novio. A ese chiquitín no le hemos visto desde las vacaciones, mantengo comunicación con Alice y Juls siempre está ahí preguntando "¿Ya Mia dejó a ese ñoño?". Sí, yo adoro a Juls.

Todos cenamos y esperamos pacientemente que dieran las doce, papá tiene la costumbre de recibir el nuevo año con fuegos artificiales, es algo del vecindario, pasa desde que tengo uso de razón. Y siempre, sin importar cuantos años tenga, me emociona verlos. El año pasado los eché de menos, a esas luces artificiales y al bullicio del vecindario.

—¿Qué te pareció este año? —me susurra Rey Ricura al oído, sólo sonrío y me giro para responderle, refuerza su agarre en mi cintura.

—Fue un gran año —empiezo tirando de su bufanda para que se acerque—, tenemos casa nueva, un Rolly y a un Serpentino.

Sí, eso pasó ese año, no falta decirles que nuestra la casa era la misma en aquel hermoso vecindario cerca al vecindario de mis padres, sí, aquella casa soñada para vivir y dibujada torpemente por él.

—Otro año juntos. —roza su nariz con la mía, estaba fría por lo que beso su punta.

—Tortolos, falta solamente tres minutos ¿algo que confesar? —interviene Dylan sonriendo lobuno, poniendo a sus cejas a brincar.

—Dylan, creo que tomaste mucho vino. —mi suposición hace que Dylan me fulmine, eh, a lo mejor no fue mi intención, pero le miraba como alcohólico adicto.

—No le hagas caso —murmulla Trey acariciando mi mejilla con su nariz fría—. Hoy es noche buena.

—No, noche buena pasó, fue el veinticuatro diciembre, hace ocho días.

—Creo que no me entendiste —me sonríe frívolo—. Hoy es noche buena.

Le doy un manotazo en el hombro, no tiene sentido para cuando sus labios seducen a los míos, los calientan y derriten. Un beso en la nieve es lo que requería el tiempo para ir deprisa y que los fuegos artificiales reventaran nuestra burbuja.

—Feliz año, Amor mío. —grito abrazándolo fuertemente.

El bullicio se intensificó, los silbidos y aplausos subieron de tono, y los buenos deseos se gritaron al helado viento de aquella madrugada.

—Feliz año, Colibrí. —le escucho y me separo para apreciar los fuegos artificiales, tanto que me pierdo entre sus colores vivos.

Y justo en el naranja más intenso recuerdo que Trey, por mucho que se esfuerce no podrá verlos como yo, solo los verá como ovnis en el cielo, con esa idea me volteo, pero no está.

Persiguiendo mi arcoíris © [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora