Capítulo 9

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No le iba a besar.

Claro que no.

 Así no sería mi primer beso. Tomé la torta y llené mi boca, mentón y comisuras de su aderezo. Sabiendo con anticipación que Trey no toleraba el chocolate. No iba a besarme si estaba en mis labios.

—Ahora —esparcí con mis dedos la crema en mi boca—, ¿vas a besarme?

El asco se plasmó en su cara.

Perfecto.

—Que astuta, Colibrí, muy astuta.

—Es algo de familia. —dije, inflando mi orgullo.

Ríe.

—Tenemos que irnos.

—Bien. —entré al auto.

Con el resto de la tarta en mis manos a la vez que limpiaba el desastre pegajoso en mi cara.

El resto de la tarde pasó de oír silbatos a ver trotar a los jugadores de The Dragons. De en sí la práctica se veía la dedicación y determinación de cada uno, excepto del depredador de Chris. Me miraba demasiado. Trey lo notó. Me incomodaba la forma en como lo hacía. Raro. Frío. Daba miedo de verle.

Era como si en su cerebro sucedieran cosas incontables. Todo él me ponía intranquila e insegura.

—¡Bien! Eso es todo por hoy —anunció el entrenador—. Recuerden que el miércoles es el próximo partido con los Kings, prepárense para su oponente. Son buenos en agilidad… —los observó antes de seguir—, pero malos en estrategia.

Trey estaba atento y concentrado en sus palabras. Al igual que su equipo.

—Tenemos que usar todas nuestras estrategias de desplazamiento y ataque. —objeto Starboy, muy seguro de sus palabras.

—Exacto —coincidió el entrenador—. Ya puede irse. Nos vemos el miércoles, campeones.

Y sin más desapareció.

Yo aún seguía en la banca cuando todos los chicos se despidieron de Trey, bromeando y chistando con mi presencia.

—Hasta luego, chicos. —despedí con la mano.

—Adiós. —dijeron al unísono, antes de marcharse.

Trey, de pie en medio de la cancha, poso su mirada en mis ojos dijo:

—Te reto a encestar.

Me estaba desafiando el muy tarado, pero era consciente de mis posibilidades.

—No se vale. Yo soy una novata y tú un gran jugador.

—¿Qué con eso? —encogió sus grandes hombros.

—Que las posibilidades de ganarte son nulas. Además, mi estatura está a tu favor.

Había que ser realista, él media el doble de mi estatura.

—Vamos. —insistió.

—Depende.

Si íbamos a jugar, sería bajo mis reglas. Como siempre.

—¿De qué? —se interesó.

—Depende del premio. Si yo gano mi recompensa será mejor que la tuya.

Era lo justo.

—Bien. ¿Qué quieres para tu premio?

—Respuestas. —tire sólidamente.

—Perfecto —acepta, pero arquea una ceja, sonriéndome—. Ahora, si yo soy el ganador, pido un beso.

Y volvíamos con el beso.

Persiguiendo mi arcoíris © [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora