7 años después...

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AMBER LIFFORD


—¡Emmy deja ese globo! —gritaba Tania, mi tía.

Sentí pena por esa mujer.

¿Por qué? No tenía paciencia, y peor en su caso. Les explico, mi hermana menor tiene un globo en sus manos, es de contar para que estalle, y si estalla esa niña chillara como solo ella sabe. Con pulmones de oro.

Su parecido a nuestra mamá es fascinante, excepto sus ojos, son los ojos de papá, en cuanto a carácter yo diría que también es de papá. Es intensa, no se rinde, es ágil y… pensándolo mejor, su carácter es de ambos ya que ama el brillo, las gomitas y chilla como perra loca.

Su aspecto adorable le es muy favorable, y con ese vestido de princesa aclara su única debilidad: que la llamen princesa.

Emmy ve a mi tía y luego al globo, muestra su poca dentadura en una sonrisa, no lo soltará porque no le entiende. Es una nena, obviamente no sabe ni hablar bien.

—Emmy, dame ese globo. —pido con tono suave, me acerco.

—No. —niega abrazando fuertemente ese globo. Sé porque no lo suelta, tiene estrellitas plateadas y ella ama las estrellas, eso solo complica la situación.

Mi tía Tania me imita, pero Emmy sale corriendo, aún peor, se sale con la suya. No ha soltado el problema: el globo. Y mi tía va tras ella.

—Todos sabemos que no soltará ese globo a menos que... —escucho a Jack, lo veo sentado en el sofá, juega con su celular.

Es el único de mi edad, es porque somos mellizos, mi abuela dice que el regalo de aniversario le salió en dos por uno a mi madre. Jack nació primero que yo, y abusa de esa pequeña diferencia de tiempo. Es mayor que yo por tres minutos de diferencia. Para él es la gran cosa. Él es la réplica de papá, ambos, me uno en eso, tenemos sus ojos celestes y cabello castaño claro, más mi cabello era lacio y el de Jack era ondulado. Él cuida más de su aspecto que yo, ama la moda y está al día en todas las tendencias, y es modelo de mamá cuando diseña ropa masculina para niños. Todo un divo.

Y bueno yo, yo también tendía a serlo, solo cuando me dignaba a peinarme y arreglarme, no me malinterpreten, pero soy más relajada que el resto de mi familia, no me parezco a nadie, al menos no en la personalidad. En alma soy como la adoptada de la familia. Fuera de eso era un encanto.

Éramos un encanto según la familia paterna, mis abuelos nos adoran a todos, pero pasamos a segundo plano con Emmy. Ella es la princesa de todas las casas a las que entra.

—A menos que papá se lo pida. —completé la oración de Jack.

La otra debilidad de Emmy era papá, o Súper papi en su mundo. Hasta yo le llamaría así si me regala un pony gigante de peluche con muchos brillos. Pero en mi caso no hubiese servido, no soy de peluches, soy más de... carritos y mascotas. A mis siete años de edad he tenido seis mascotas; un loro, una araña, un dálmata, un par de pájaros y un gato. Todos a la semana regresado a sus tiendas, luego con más tiempo les especifico el por qué.

Mi tía persigue a Emmy por toda la sala, ella está... cubierta de escarcha brillante, oh, la escarcha brillante comestible. Mamá compró escharcha comestible, con ella decora las galletas de Emmy, pero ahora esa bolsa de purpurina está en manos de esa pequeño ser despiadado que la esparce por doquier como polvo de hadas.

—A volar. —me lanza un puñado de "polvo de hadas" a la cara.

La risa de Jack me hace querer golpearlo hasta dejarlo sin voz para burlarse de mis desgracias, eso no es de hermanos que se quieren.

Persiguiendo mi arcoíris © [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora