Capítulo 14

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Caos.

Eso se aproximaba si Trey seguía delante de papá.

—¿Qué quieres qué? —alzó la voz papá.

—Papá. —abogué por apaciguarlo.  

—Entra a casa, Mia.

—Obedece. —habló Trey.

Intercambie miradas con ambos.

—Ven, cariño. —Mamá me empujó para entrar a la casa.

Dentro de mi hogar, fui directo a la ventana, no me quedaría sentada mientras esos dos discuten afuera. Trey estaba hablando de forma natural y casual con mi padre, el cuál reía con algo que le oyó decir. ¿Qué estarían diciendo?

—Conque ese era Trey.

Oí reír a Lya, estaba a mi lado.

—¿Creen que le haga algo? —pregunté angustiada.

Papá era muy celoso, cuando escuchaba la palabra novio pegaba un tiro y no bromeo. Aquila le ayuda a reducir su coraje, pero era extremista y despiadado con mis pretendientes, recuerdo que el primer chico que me invitó al cine lo amenazó y jamás me volvió a hablar. Y ni hablar del último que por abrazarme terminó con un el labio roto.  

—Dijo que quería ser tu novio —habló Lya—. Mejor ve apartando dinero para la factura del hospital.

No, eso no era una opción. Tenía que hacer algo. Alguien me tenía que ayudar a que esos dos no terminaran en una pelea violenta.

—No te preocupes, mi pequeña. —consoló mi abuelo.

Mi abuelo. Él me ayudaría.

—Trey es abogado. —solté en un hilo de voz.

Miró sorprendido.

—Por qué no lo dijiste antes. —sonrío.

Caminó hacia la puerta, conmigo a sus espaldas.

—¡Bob! Hijo, deja entrar al muchacho. —codeo a Trey.

—Papá, no es tu asunto. —respondió enojado mi papá.

Me sobresaltó el tono que usó. Fue muy grosero.

Una de las reglas irrompibles de mi familia es nunca faltarles el respeto a mis abuelos.

Dejé de preocuparme por Trey para angustiarme por papá.

El abuelo lo oteó con rigor.

—¡Discúlpate, Bob!

Eso en mi idioma significa: discúlpate o sabrás que tan fuerte golpea mi bastón.

—Siento mucho haberte hablado de tal modo. —se disculpó como niño chiquito.

Mi abuelo era el de los pantalones en la casa, lo que el abuelo dice no se contradice, sólo se cumple. Era su lema de vida. Papá es muy apegado a él, mi abuelo era el único que controlaba esa fiera llena de ira en su interior.

—Que no se repita, Bob. Vergüenza debe de darte —miro a mi chico—.  Pasa, muchacho, tenemos mucho de qué hablar.

Todos entramos con los nervios a flor de piel, mi alerta de posibles desastres aún seguía activada. Ya dentro vi al resto de la familia, mis primas y mis tías con sus respectivos esposos. Todos ellos preparando el asado.

—Mia —me abrazó mi tía Danielle—. Tiempo sin verte, querida.

—Digo lo mismo. —le sonreí, pero mis ojos fueron a la mesa de ajedrez en donde Trey y mi abuelo jugaban.

Persiguiendo mi arcoíris © [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora