La vida es un carrusel de cuatro estaciones. Impredecible en su menor parte.
Feliz. Infeliz. Contento. Buscando. Desordena el orden, y aun así se recuperan de un momento a otro. He aprendido que la revolución puede ser interior o exterior. Una mudanza a través del país puede ganar perspectiva. Un cambio de corazón y mente obtiene cordura. Pero el punto es la revuelta cuando las estaciones cambian. Aunque sólo sea para saciar tu sed de rebelión.
Sarah se sienta floja en su silla de ruedas, sus manos hechas puños sobre su regazo. Esta enormemente enojada con sus manos, me dice, porque evitan que sostenga a Sophie.
Todavía tengo que escucharla quejarse sobre el hecho que está atrapada en una silla de ruedas todo el día, sus piernas delgadas aún más delgadas. Y nunca ha mencionado los moretones que corren desde su estómago hasta debajo de sus rodillas en furiosos golpes de azul y morado. Aunque, sus manos...
Dos veces, la he atrapado sentada sobre ellas, tratando de usar el peso de su cuerpo para enderezar sus dedos. Lloró tan fuerte cuando no funcionó que empezó a ahogarse.
Pensé que tendría que llamar a Kyuhyun para que viniera a casa desde el trabajo para tranquilizarla.
La escucho preguntar a la enfermera a domicilio sobre ello después, luciendo avergonzada, aunque determinada.
—Un cuerpo no es como una pieza de papel; no puedes poner algo pesado sobre él y esperar que se enderece. Dale tiempo para curarse— le dice la enfermera.
Me estremezco ante la insensibilidad y trato de fingir que no estoy escuchando.
Por la noche, después que Kyuhyun se va a trabajar, y estoy de responsable, froto sus manos con aceite de sésamo. Su piel está seca y quebradiza como madera vieja. Sarah cierra sus ojos y gime mientras enderezo sus dedos, masajeando sus articulaciones y tirando de ellas con suavidad, tratando de hacer que vuelvan a la normalidad. No es solo su cuerpo lo que es diferente; su espíritu también lo es.
La Sarah optimista, la chica animada y del tipo de cantar bajo la lluvia, se ha ido. Ahora es una chica estéril. Una chica torcida. Hosca, silenciosa, sus ojos han ido de un brillo intenso a un mate sin brillo.
Kyuhyun y yo susurramos al respecto durante la noche y tratamos de pensar en formas de traerla de vuelta.
Arreglo que su estilista venga a la casa para lavar y cortar su cabello. Al principio luce emocionada, pero después de unas pocas horas cambia de opinión. Se necesita de Kyuhyun para convencerla que sería bueno para ella.
En el día que está previsto que Tim venga, Sarah está incluso más tranquila de lo habitual.
Cuando le pregunto si quiere sostener a Sophie, sacude su cabeza para negarse. Tim toca el timbre temprano y le trae a Sarah su café habitual y un ramo de flores brillantes. La abraza hace una mueca cuando pregunta cómo está Sarah.
—Yo cuidaré de ella— dice. Tim siempre ha tenido una cosa por Sarah, que es por la que está dispuesto a hacer visitas a domicilio. Hoy estoy muy agradecida de que este aquí.
—Coquetea más— susurro—A ver si puedes conseguir que sonría.
Tim me guiña el ojo y se aleja para encontrarla.
Todo va bien hasta veinte minutos más tarde, cuando se ve en el espejo.
Sarah comienza a llorar y le pide a Tim que cubra el espejo con una toalla. Le ruega que corte aún más su cabello, y cuando discuto, me pide que me vaya.
Tim hace una cara de susto cuando estoy cerrando la puerta. Él no sabe qué hacer. Cuando emergen una hora más tarde, Sarah tiene un corte muy, pero muy corto.
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A la Mierda con el Amor
RomanceCuando Amelia despierta de lo que fue el sueño más extraño de su vida, se da cuenta que sus sentimientos también despertaron. Tratando de no parecer desquiciada, intenta por todos los medio que aquel sueño se vuelva realidad. Pero en el intento debe...