Un reloj hace tictac, tictac, tictac. Tengo un boleto de avión. No un plan. Sólo palabras que necesito entregarle. Y eso es todo lo que puedo hacer, ¿o no?
Estaré encaminada después de eso y a partir de ahí, todo depende de Kyuhyun. No le puedo recordar un sueño que él nunca tuvo, pero puedo recordarle sobre un sentimiento que ambos compartimos.
Abordo el avión con una fiebre terrible. Estoy temblando y después ardiendo. He empezado a pensar en Sophie. Preguntándome si hay alguna manera de verla. He tratado tan duro de no pensar en ella en los últimos meses, pero tengo memorizado el sonido de su respiración. No es tan simple y eso es lo que me detiene. Sophie. Los padres de Sophie.
¿Qué diablos estoy haciendo?
Quiero bajarme del avión, pero es demasiado tarde y ya estamos despegando. Es tan conveniente, Amelia, que recién hayas bloqueado esa parte de la situación, me digo. Tomo las pastillas que Victoria me dio cuando nos separamos en la línea de seguridad. Después bajo mi cabeza a mis rodillas y cubro mi rostro. La persona en el asiento a mi lado me pregunta si estoy bien. Murmuro algo sobre el mareo y aprieto los ojos. Cuando me despierto, mi cuello está terriblemente rígido, y ya estamos aterrizando. Victoria me drogó para que no me alterara. Soy la última persona en bajar del avión.
Summer está esperando en la zona de recogida de equipaje. Está usando una capa verde oscuro sobre un vestido verde de neón, lentes de sol incluso aunque está adentro. Su extraña rareza me conforta, y corro a envolverla en un abrazo.
—Eres tan rara— le digo. —Te quiero tanto.
Se aleja y me sostiene por los hombros, observándome de arriba abajo.
—Tú aún utilizas beige.
—Malditamente amo el beige— le digo sonriendo. —Larga vida al perro beige.
Summer asiente.
—Estás diferente— dice. —Me gusta. Ahora vayamos a detener esta boda.
La boda es en cuatro días. No quiero detenerla. Sólo quiero decir mi parte y deshacerme de esta carga que siento en mi pecho. Me quedo con Summer en su pequeña casa. Se la renta a una vieja pareja que rescata periquitos. No estoy completamente segura de qué necesitan estos periquitos ser salvados, pero puedo escucharlos cantar desde la casa principal. Me hace sentir inquieta y ansiosa. Summer me da unos tapones rosa para los oídos, pero todo lo que hago es apretarlos obsesivamente entre mi dedo índice y el pulgar, pensando en Kyuhyun y Sophie.
—Esos no son para el estrés— me dice.
Los coloca en mis oídos, y los periquitos ya no se pueden escuchar.
Me alimenta con sopa y tomo una siesta porque aún estoy algo enferma. En realidad, estoy bastante enferma. Cuando me despierto, Summer me ha dejado una nota diciéndome que se ha ido a trabajar. Trato de salir a caminar, pensando en que el aire fresco será bueno para mí, pero no he avanzado ni medio bloque cuando tengo que regresar. Estoy temblando a una temperatura de veintiséis grados, debajo de las palmeras y el cielo azul. Llego hasta el sofá floral de Summer y coloco una manta sobre mí. Después tengo otro sueño inducido por la fiebre.
Otro sueño que cambia mi vida...
La casa es diferente. Camino alrededor, buscando el sofá azul marino. Para los niños.
Pero no hay niños y nada es azul. Todo es negro. Negro, negro, negro, negro.
Intento con un apagador y la habitación en la que estoy está inundada con luz roja. Miro la piel de mis brazos, brillante rosa claro bajo las atrevidas luce rojas. Están cubiertos con tinta... Espirales de negro verduzco.
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A la Mierda con el Amor
RomanceCuando Amelia despierta de lo que fue el sueño más extraño de su vida, se da cuenta que sus sentimientos también despertaron. Tratando de no parecer desquiciada, intenta por todos los medio que aquel sueño se vuelva realidad. Pero en el intento debe...