#vayasorpresita

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Hay líneas definidas y sólidas en la vida que no deberíamos cruzar jamás. Tener un enamoramiento por el novio de tu mejor amiga es una de ellas. Aparecer en su trabajo con frecuencia y beber sus cócteles de fruta, es otra. No me gusta tanto como el Kentucky Fried Chicken, pero, demonios, ese hombre me miró y me dijo que era... excelente.

Excelente, lo cual está por arriba del promedio. O sea que soy mejor que las chicas normales. No el perro común. Excelente como para chuparte los dedos. Me doy cuenta que soy vulnerable y la mayoría de los días me siento como una humana inservible...

Alguien cuya novia lo engañó y dijo que había sido un error. No quiero que alguien diga que "me tuvo y luego me perdió". Quiero que diga que "nunca dejará que me vaya".

Me apunto para otra clase, y esta vez voy por algo diferente: barro. Me gusta la sensación del barro frío y mojado entre mis dedos.

El barro se trata de números y porciones que puedes controlar con tus palmas. Soy mejor con el barro que con el dibujo. Siento las manos menos torpes.

Hago tazas de café, floreros, platos y luego platones. Todos carecen de simetría, pero me siento tan orgullosa de ellos que tiro el juego barato que compré en el súper mercado y coloco mi vajilla hecha a mano en los gabinetes de la cocina.

Pinto todo en blanco y los salpico con pintura negra. Lucho contra el gusto tipo elegante que, según mi sueño, aparecerá en diez años. Las vasijas de porcelana y los nudos teñidos de decoración, me causan urticaria.

"Sólo un sueño. Sólo un sueño", me digo.

Me concentro en crear mi estilo en este desastre de color. Una chica de muebles elegantes es para David, no para Kyuhyun.

La chica de Kyuhyun tiene que ser colorida y con textura. Cuando me doy cuenta que estoy evitando las marcas caras por culpa de Kyuhyun, me meto en una tienda en línea y compro un par de bulldogs de cerámica francesa. Nada me controlará, ni Kyuhyun ni los muebles elegantes. Para emparejar las cosas, remplazo mis viejos cojines con unos que
encontré en el mercadillo, pero no los toco. O los pongo en el sillón. Compro repuestos en la tienda en línea

También dejo de tomar vino, ya que también fue algo que empezó por el sueño, pero en algunas noches, cuando me siento muy triste, huelo un viejo corcho que guardo en el cajón junto con otras baratijas.

No es el corcho del vino que Kyuhyun trajo; bueno, no creo que sea. Fue algo que encontré cerca de mi bote de basura. Así que cuando empiezo a ponerlo junto a la almohada al dormir, no tiene nada que ver con Kyuhyun. Es un simple corcho del que me he encariñado. En el transcurso del día, lo pongo en mi bolsillo para que vaya conmigo al trabajo y luego a la clase de arte.



El barro terminó; me registro a la clase de pintura con óleo, deseando mejores resultados a los de mi clase con Marte. Los fines de semana, Sarah insiste en que vaya a donde sea que ella y Kyuhyun vayan. Jura que no es lástima, y que ya no estoy en vigilancia en caso de suicidio, y que Kyuhyun de verdad disfruta de mi compañía, mientras que ella me necesita por apoyo moral

—¿Apoyo moral para qué?— le pregunto.

—Apoyo moral de mejor amiga. Osea que me gusta estar cerca de ti, me haces sentir bien— dice Sarah.

Amo a Sarah, Dios, la amo. La conozco desde antes de que tuviéramos personalidades. Pero la gente crece, cambia, los seleccionan en casas distintas (a él en Slytherin, y a mí en Ravenclaw). Se convierte en lo que la vida dicta, y Sarah y yo tomamos caminos diferentes.

El papá de Sarah ganó la lotería. No te miento. Quinientos mil en un boleto de rasca y
gana en nuestro segundo año de secundaria. Duplicó su dinero en inversiones
y, de pronto, Sarah era una niña rica. Vacaciones a las Islas de Grecia, cruceros navideños a las Bahamas, y una camioneta Range Rover nueva en nuestro último año.

A la Mierda con el AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora