Meses después...
Me despierto. Mi teléfono está sonando. Busco la luz a tientas, tirando las cosas de mi mesita de noche, mi botella de agua y mi reloj golpean el suelo. Alcanzo mi teléfono.
Kyuhyun.
Me siento, apartándome el cabello de la frente.
¡No encuentro mi oreja! ¿En dónde está? El antifaz que uso para dormir se ha caído al lado de mi cabeza y cubre mi oreja como una gigante orejera.
—¿Hola?— mi voz es rasposa, llena de sueño.
Busco mi botella de agua, pero ha rodado bajo la cama.
—Amelia.
Me dan escalofríos cuando escucho su voz. Cuando alguien te llama en medio de la noche nunca es algo bueno.
—Sí, ¿qué pasa?— de repente estoy completamente despierta, poniéndome de pie y parándome junto a la ventana.
—Es Sarah— dice Kyuhyun.
Escucho un montón de palabras después de eso. A penas puedo encontrarles sentido antes de que diga algo que hace que me tambalee. Pero hay algo que sobresale más que todo.
—No sabemos si lo logrará.
Voy hacia ellos, hacia los tres. Después de lanzar ropa en una bolsa, agarrar desodorante y solución para lentes de contacto, despierto a Victoria para que me lleve a Seattle.
Tomo el primer vuelo, y no duermo ni un segundo. Aprieto mis manos entre mis rodillas y balanceo mis pies en el suelo hasta que mi compañera de asiento me pide que pare. No puedo evitar sentir que todo esto es mi culpa. Es lógico, pero si hubiese estado allí, tal vez...
Kyuhyun me recoge en el aeropuerto, está parado al pie de las escaleras con los ojos delineados en rojo y el cabello más maltratado y descuidado de lo que alguna vez le vi.
Corro, lanzándome a sus brazos abiertos, y permanecemos así, sosteniéndonos el uno al otro. Trato de no llorar, pero la manera en que sus brazos caen sobre mis hombros... Dios. Lo perdí.
Las personas seguro nos observan al pasar, pero nosotras no lo notamos.
—¿Es todo lo que trajiste?— Kyuhyun se refiere a mi bolsa.
No me ve cuando se aparta. Limpio mis lágrimas y asiento. Nos dirigimos al auto en silencio. Quiero preguntar un millón de cosas: ¿Cómo sucedió esto? ¿Qué pueden hacer por Sarah? ¿Qué estás sintiendo? ¿En qué piensas? ¿Cómo está el bebé?
Subimos a su auto. Noto el asiento en la parte de atrás, y mi estómago se aprieta.
Rápidamente me volteo. No quiero pensar sobre eso. No es hasta que estamos en la autopista, con la lluvia cayendo de un cielo color carbón, que me dice lo que ha pasado.
. —Tuvo una embolia— dice esto, con cuidado; me imagino que justo como los doctores se lo dijeron a él. —El fluido se metió en su torrente sanguíneo mientras la estaban operando. Causó que fuera incapaz de coagular, así que durante la cirugía empezó a desangrarse.— explica él. —Coagulación intravascular diseminada. Después de que Sophie naciera, se llevaron a Sarah y no me dijeron nada.
"Sophie", pienso. "Dulce".
—Nos hicieron esperar por siempre. Dios, fue el día más largo de mi vida. No me dejaban verla a ella ni a la bebé. Finalmente, el doctor salió y nos dijo que sus riñones habían caído, y que sus pulmones se llenaron de fluido. La pusieron en un coma inducido para ayudar a que su cuerpo se recuperara.
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A la Mierda con el Amor
RomanceCuando Amelia despierta de lo que fue el sueño más extraño de su vida, se da cuenta que sus sentimientos también despertaron. Tratando de no parecer desquiciada, intenta por todos los medio que aquel sueño se vuelva realidad. Pero en el intento debe...