29.

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El ambiente seguía tenso. Zayn se encontraba siendo consolado por sus padres, quienes habían sido avisados por Louis y corrieron hacia donde su pequeño se encontraba.
Tanto Karen cómo Geoff se encontraban en la habitación de su hijo, se les había permitido entrar pero solo de a dos personas.

Así que Zayn debía esperar.

— come algo, amor. Te hará mal estar sin comer. — pidió por tercera vez Trisha al menor.

— no quiero comer, mamá. Quiero ver a Liam.

— Hijo, debes estar fuerte y sano. — agregó Yaser. — podrás ver a Liam luego de comer.

Yaser había ido en busca de comida para todos los presentes.
Louis y Harry se encontraban sentados al lado de la familia Malik. Habían pasado solo unos minutos desde que los Payne habían ingresado a ver a su hijo y todos estaban impacientes para ver al castaño.

Zayn estaba a punto de aceptar el sándwich que su padre estaba ofreciéndole cuando Karen y Geoff salieron de la habitación donde Liam se encontraba. Al verlos, inmediatamente se paró y se acercó a ellos.

— ¿Cómo está? ¿Esta bien?

Karen limpió sus lágrimas sin poder refutar por lo que fue Geoff quien contestó.
— está bien, Zayn. Pero está dormido aún. — hizo una mueca.

— ¿Puedo entrar a verlo?

— Puedes, cariño. — respondió la rubia.

— ¿Quieres que te acompañe, cielo? — preguntó su madre.

Zayn negó, antes de acercarse a la puerta, abrirla y entrar a la habitación, cerrando detras suyo.

Juntando sus manos, se acercó lentamente hacia el castaño, quien se hallaba acostado en la camilla. Aún no había pasado el efecto de la sedación, por lo que sus ojitos estaban cerrados.

Los orbes ambarinos se cristalizaron al estar a solo centímetros del chico.

Su Liam se veía tan frágil, tan vulnerable. Se sintió confundido, Liam siempre había sido fuerte, alegre, colorido y sonriente. Nada lo podía perturbar.

Pero en este momento, no había rastros de sonrisas en su rostro, no estaba pálido y una vía se conectaba a su nariz, ayudándolo a respirar.

— ¿Liam? — llamó sentándose a su lado. — ¿Por qué aún no despiertas? — su voz salió temblorosa. — Liam, quiero que despiertes. Por favor.

Sintió una ansiedad indescriptible al ver las manos del ojimiel y quiso tomarlas.
Se levantó de la pequeña silla en la que estaba y se sentó a un lado de Liam, separó sus manos y vagamente acarició el dorso de la mano contraria.

La piel de Liam era suave y cálida.

— nunca sentí tanto miedo en mí vida hasta que te vi cerrar tus ojos mientras tú herida no dejaba de sangrar. — dijo por lo bajo. — nunca me sentí tan enojado con alguien hasta que vi al qué te había lastimado. Quería lastimarlo de igual manera. Pero tú padre se encargó de golpear su rostro.

»— Liam, si es que estás escuchandome, hazmelo saber. Haz cualquier cosa, por favor. — pidió limpiando sus lágrimas. — mí corazón duele mucho, solo tú sabes hacerlo sentir mejor.

Su miedo de perder al castaño, opacó cualquier otro miedo que pudo haber sentido antes. Observando cada detalle de Payne, se acercó un poco más, sin pensar en algo más, más que su mano acariciando la suave piel del rostro contrario.

— siempre quise saber cómo se sentiría acariciar tu mejilla. — musitó por lo bajo. — estaba seguro que era tan suave y delicada como la seda, pero estoy seguro que la realidad superó mí imaginación. Liam, tu eres... Eres perfecto, ¿Lo sabes? Supongo que sí. Yo, yo quisiera... — comenzó a sentirse nervioso por lo que sacó su mano y la juntó con la otra. — ¿Puedo abrazarte?

¿puedo abrazarte?. (ZIAM MAYNE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora