25.- ¡Revancha en el Sol! ¡La divinidad de Apolo!

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(T/N) caminaba nuevamente hacia el Olimpo.

Sus pasos sonaban en todo el templo superior de Star Hill, mientras que la armadura divina de Pegaso desplegaba su magneficiencia divina iluminando las partes más oscuras de el templo.

Pues era de noche, una noche estrellada que a pesar de desplegar una hermosa oscuridad, era triste, pues no era la noche la cual demostraba el más bajo de todos los humores, sino el Santo bajo ésta, pues el humano que había alcanzado a los mismos Dioses sufría en silencio.

A medida que caminaba lentamente hacia el trono en el centro de el templo, en una fracción de segundo, su armadura divina perdió su brillo y parecía que la armadura volvía a su estado natural, perdiendo temporalmente su estado de imitación a una verdadera Kamui.

No era que el efecto de la armadura tuviera un tiempo límite, sino que la apariencia de la armadura dependía de él nivel de su cosmos.

De su convicción.

Pero su convicción estaba flaqueando.

Su voluntad fallaba.

O eso parecía.

(T/N) negó con la cabeza mientras cerraba sus ojos y fruncía su rostro entero.

"Debo dejar de pensar en eso." Se advirtió. "Recuerda porque peleas (T/N), recuerda."

Después de recuperarse de esa duda, la armadura de Pegaso recuperó su estado divino, al punto de que su regreso a una armadura común parecía haberse dado en un parpadeo.

El Santo llegó a la parte trasera de el trono, e hizo el ritual para entrar al Olimpo como tantas veces lo había hecho antes.

De nuevo, el cielo se abrió, mostrando un color rojo anaranjado, y (T/N) miró sobre el, mientras que su cosmos comenzaba a manifestarse y en su mirada había desaparecido cualquier rastro de duda, que había sido reemplazado por una reencontrada convicción.

El Santo cerró sus puños, y sus alas comenzaban a extenderse, y como si fuera su mismo deseo moviendolo tanto a él mismo como a su armadura, el Santo se elevó hasta su próximo oponente, su antiguo enemigo, y el Dios que le había hecho olvidar a sus tan preciados amigos.

El Dios del Sol, Apollo.

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-Rias...-

Había dado en el blanco, (T/N) no podía quitarse la armadura, y tampoco podía quedarse, y a juzgar por la tristeza que abundaba en los ojos de Rias, ella también lo sabía.

Sus ojos destellaron, y por un momento, (T/N) los sintió como un faro de luz alrededor de tanta oscuridad, pero rápidamente se dió cuenta de que ese destello en sus ojos no eran nada menos que lágrimas, amenazando con brotar de los ojos de Rias sin parar.

-¿Volverás?.-

Lo que (T/N) siempre pensó que sería una pregunta sin respuesta, en realidad siempre tuvo una respuesta, sólo que (T/N) no estaba preparado para aceptarla.

El silencio le dió a Rias su respuesta, pues afirmar que si volvería, sólo le daría a Rias falsas esperanzas, y le rompería el corazón.

(T/N) siempre confiaba que su cosmos se elevaría hasta el límite si deseaba lo suficiente seguir su amor hacia Rias, que alcanzaría el infinito por ella y por las demás.

Que siempre las protegería contra todo mal, pero (T/N) comenzaba a darse cuenta de que no era así.

Al parecer su cosmos tenía un límite.

Héroe DxD: Santo de Santos         (Lector x DxD)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora