26.- Zeus: El Rey Celestial

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-¿Entonces... gracias a nuestros poderes nosotros somos Dioses?.- un Apolo de una corta edad miraba a su madre.

Ambos se encontraban en el templo de Zeus, en Júpiter, y miraban hacia las estrellas que resaltaban en el cielo nocturno.

Apolo podía mirar todos los planetas cuando miraba hacia el cielo, mientras procedía a sentarse en una banca al lado de su madre, la cual acariciaba sus cabellos con suavidad, suavidad que complacia a la joven divinidad.

-Sí.- respondió su madre mientras también miraba hacia el cielo, su rostro permanecía tranquilo, y su mirada se encontraba mirando al cielo junto a su hijo, mientras este se apoyaba en su cuerpo, acción que hacia que su corazón latir debido al gran amor hacia su hijo.- Nosotros los Dioses primordiales podemos acceder a diez sentidos, pero sin embargo despertamos ocho en el nacimiento, el décimo nos permite dar la divinidad de un Dios.. Pero el noveno es un sentido que debemos temer. Sí.. El sentido temido de los Dioses, el Noveno Sentido, el sentido más poderoso. Pero, no te preocupes llegará alguien, que será el verdadero Rey y el despertará ese sentido temido.. Solo él podrá mantener la paz que nosotros, los Dioses Primordiales tenemos.-

Apolo miró a su madre confundido, y también notó que sus pequeños denotaban tristeza así como una evidente desesperanza.

-Pero papá es el Rey.- la voz de Apolo añoraba por consuelo.- El mantiene la paz, y su poder es inigualable, nadie puede derrotarlo, ¿cierto?.-

La madre de Apolo miró a su hijo, y quiso reconfortarlo, mentirle para que su hijo recibiera algo de paz mental, pero, eso no le haría bien a la larga a su hijo, y por muy dolorosa que fuera la verdad, debía de reconocerla, y su hijo también tenía que hacerlo.

-Apolo...- comenzó ella.- Tu padre, no es de quién la profecía habla, el nacimiento del hombre de la profecía está a milenios de llegar, y ese hombre despertará el sentido temido por los Dioses, ese es el destino, eso es lo que ella quiere.-

Apolo se quitó las manos de su madre con rudeza, y la furia divina del joven se transmitía a través de sus ojos.

-¿Hombre?.- preguntó furioso.- ¿Dijiste un hombre? Aquel que despertará el sentido capaz de derrotar a Padre, ¿Es un hombre?.-

La mujer asintió.

Apolo estalló en furia levantándose del banco y haciendo temblar el cielo con todas sus fuerzas.

-¡Entonces destruiré a la humanidad!.- gritó Apolo, haciendo que su voz retumbara en los cielos.- El humano no puede nacer si toda su raza es destruida.- Apolo comenzó a manifestar su poder, y el sol que estaba a planetas de distancia respondía ante los deseos del corazón de Apolo.

Sin embargo, su madre se levantó estrepitosamente del banco mirando cautelosamente a su hijo, y aterrorizada del poder que su hijo estaba desplegando.

-¡No puedes hacerlo! ¡El destino no puede ser cambiado, ese hombre aparecerá asesines a la humanidad o no, eso no va a cambiar!.-

Apolo miró a su madre confundido, mientras comenzaba a bajar su poder, pero seguía sin desaparecer por completo.

-¿Destino?.- preguntó Apolo incrédulo.- ¿Quién dicta el destino de los Dioses más que nosotros mismos? ¡Somos Dioses!.- exclamó furioso.-¿Tenemos un destino que seguir como si fuéramos un rebaño de corderos siguiendo a un miserable pastor? ¿Acaso no tenemos voluntad propia?.- preguntó Apolo furioso.

Sin embargo su madre apartó la mirada.

¿Cómo decirle a su hijo que no lo sabía?

Héroe DxD: Santo de Santos         (Lector x DxD)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora