Adrianne
Un día como cualquier otro para mí en esta excitante vida que tengo y que me fascina. Quién diría que después de pasar por tanto, en el mundo del modelaje, Adrianne Laurent se encontraría aquí, en la habitación de este lujoso hotel cinco estrellas, pagado por mi agencia, en el centro de París. Con una carrera ya consolidada, disfrutando de tantas cosas que una vez anhelé y que ahora tengo.
Pero nada en esta vida se consigue sin sacrificio. Mucho me costó llegar hasta aquí y por eso lo disfruto al máximo.
Como consecuencia de eso se ha moldeado mi carácter. Me he convertido en una mujer fuerte, un tanto extrovertida. Y hasta podría decir que fría para algunos. Solo mis amigos sacan lo mejor de mí, porque me han demostrado lealtad y amistad sincera.
Lo demás no importa.
Aprendí que la fortaleza es sinónimo de triunfo y grandeza. Y ninguna de ellas se consigue agradando a la gente.
Mi vida la llevo al límite y en eso me ayudan mis dos amigos. Camile, una rubia preciosa y también modelo, que al igual que yo le ha tocado pasar por demasiadas cosas a tan corta edad. Sin embargo, ahora se encuentra en la cima, al igual que yo.
También está mi adorado Remi. Un gay bellísimo que trabaja como estilista para nuestra agencia de modas, y al que saco canas verdes cuando le toca trabajar conmigo. Si no fuera porque batea para el otro bando ya lo habría desvirgado. Siempre se lo digo, únicamente para ver cómo pone los ojos en blanco, haciendo arcadas, demostrando su aversión por el género opuesto.
Una sonrisa se dibuja en mi rostro solo de pensar en todas las locuras que hemos cometido. Pero gracias al divino cielo, como dice él, nunca ha estado presente la prensa amarillista. De ser así, los escándalos serían interminables. Aunque como ya les dije, no es algo que me quite el sueño.
De hecho, la mayoría de las veces si no tengo algún trabajo, duermo hasta tarde.
«¡Bien, Adrianne, a levantarse!».
Mucho había tardado en aparecer esta conciencia que me persigue a todas partes, y que no deja de meter las narices donde no la llaman. Yo muy poco caso le hago. Se las quiere dar de santa y de eso no tengo ni uno solo de mis cabellos.
Aunque esta vez tiene razón. Todavía estoy en la cama, y hoy tengo la filmación de unos anuncios para una de las marcas de la cual soy modelo exclusiva. La semana próxima entramos en campaña para la promoción de un nuevo perfume.
No estaría mal hacer esperar a todos, como siempre hago.
Lo bueno siempre se hace esperar.
«No cuando se cansen de ti y nos echen de patitas a la calle. Así que mejor te levantas de esa cama que no quiero pasar necesidades por tu falta de juicio».
—Ufff —bufo, dándole la razón, y me estiro en este colchón delicioso que invita al pecado.
«¡Pervertida!».
¿Y a ti cómo tendría que llamarte? ¿Santa?
Ruedo los ojos y finalmente me levanto. No quiero escuchar los sermones y regaños de Ivette, la publicista, con la que tengo que lidiar todos los días.
«Claro, porque siempre quieres hacer lo que te viene en ganas».
¡Ve a joder a tu madre!
Después de pelear un poco con la necia de mi conciencia, me coloco frente al espejo y justo en ese momento mi móvil comienza a timbrar. Lo tomo y veo que se trata de Remi. Ya comenzó a joder como siempre hace, desde temprano, así que se me ocurre una idea.
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Aquellos labios rojos [Libro 1 de la serie posesivos].
RomanceADVERTENCIA: En la historia encontrarás contenido adulto, empresario millonario y modelo de alta costura, sexo duro y explícito, amor, celos, humor, juegos sexuales y hombre posesivo. Adrianne Laurent, una mujer sumamente hermosa, poseedora de unos...