Adrianne
¿Qué será lo que busca, Alexandre?
El miedo se apodera de mí de solo pensar que estos demonios se agarren a golpes, en frente de todos. Y ruego porque eso no pase, porque esta vez todos saldremos en primera plana en los medios de comunicación.
Salgo inmediatamente del auto para ir hasta donde están. Al parecer todos están calmados. Al único que veo un poco extraño es a Nathan. No dudo que en cualquier momento el troglodita le lance el primer golpe al estúpido de Alexandre.
¡No entiendo que rayos vino a buscar aquí!
Eithan me ve y enseguida se dirige a mi encuentro, impidiéndome llegar hasta ellos. Cuando llega me agarra de la cintura en modo posesivo, y toma mis labios de igual manera. Me sorprende con un beso que, dada las circunstancias, no puedo rechazar.
Sé lo que está tratando de hacer. Busca marcar territorio y solo por eso se lo permito. Alexandre está mirando y, estaría muy mal de mi parte, impedirle hacer lo que quiere, frente de él.
—Hola, mi linda. ¿Cómo está mi princesa?
—Bien, amor —respondo a su pregunta, mientras él sonríe fingiendo normalidad—. ¿Qué está sucediendo aquí?
—No sucede nada, mi amor, solo estamos conversando. No tienes por qué preocuparte.
—Sí, me preocupo, porque sé que tu hermano es bien impulsivo y tú no te quedas detrás.
Ambos lo son.
—Mi linda, ya te dije que puedes estar tranquila. No sucederá nada, a menos que él lo comience. A ninguno de nosotros nos conviene un escándalo.
En eso tiene razón, pero así piensa él. Estoy segura de que al hermano le importa un comino salir en primera plana.
—Tu hermano...
—A Nathan lo controlo yo. Todo dependerá de Alexandre, así que por favor, te voy a pedir que entres al hotel y nos dejes solucionar esto, mi princesa. En cuanto termine aquí, iré a verte a tu habitación.
Iba a refutar, pues no estoy conforme. Sé que ambos son de mecha corta. Necesitan de muy poco para estallar. Así que abro la boca para intentar hablar, pero me silencia con un nuevo beso.
Uno apasionado que me deja más deseosa de lo que ya estaba. Necesito hacer algo con estos deseos o, de lo contrario, terminaré por enloquecer.
—Has caso a lo que te estoy pidiendo. Entra y déjame ir donde estos dos, no sea que vayan a comenzar la fiesta sin mí.
—Eithan, por favor, controla a tu hermano. Y ya basta de bromas que lo único que provocas es que aumenten mis nervios —lo miro en señal de reproche y sonríe.
—Todo estará bien, amor. Vete tranquila.
Termina de hablar y me suelta para que entre, así que lo hago. A regañadientes, pero en fin, lo que tenga que ser será. No quiero más problemas entre estos hombres, si es que se les puede llamar así.
Entro al hotel bajo la insistente mirada de Alexandre, y puedo ver que Nathan le dice algo, pero no alcanzo a escuchar.
Subo directamente a mi habitación. Me encierro. Tiro todo lo que me molesta, incluyendo la ropa, y me meto al baño.
Busco relajarme, pues pensar en lo que pudiera estar pasando abajo comienza a angustiarme. Aparto la idea, y hago lo único que pudiera hacerme olvidar todo en este momento.
Pienso en Eithan y en las clavadas deliciosas que me da.
El agua cae sobre mi cuerpo y comienzo a relajarme. Cierro la ducha principal y tomo la de mano. Abro el paso del agua al máximo y la llevo hasta mi coño. El muy desgraciado, a pesar de lo que pudiera estar pasando abajo, está palpitante y deseoso.
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Aquellos labios rojos [Libro 1 de la serie posesivos].
RomanceADVERTENCIA: En la historia encontrarás contenido adulto, empresario millonario y modelo de alta costura, sexo duro y explícito, amor, celos, humor, juegos sexuales y hombre posesivo. Adrianne Laurent, una mujer sumamente hermosa, poseedora de unos...