Capítulo 32: ¡Que comience la función!

1.5K 125 4
                                    

Eithan

Han pasado varios días desde ese encuentro maravilloso con mi linda, en el que nos volvimos a entregar con pasión desmedida.

Después de eso, cada día he intentado lo mismo, pero no me ha funcionado. Me tiene en penitencia nuevamente y no me deja pasarme de la raya, como dice ella.

Ha tenido algunos viajes previos a la semana de la moda, aquí en París, y ahora se encuentra en Italia con los amigos.

El desfile será allá una semana antes, y luego aquí. Estoy loco por verla en vivo sobre la pasarela. Está de más decir que soy su fan número uno.

Tenerla lejos de mí me ha mantenido con la posesividad a mil. Nathan ya no me soporta, porque vivo llamándola al móvil cada dos por tres.

¿Y qué puedo hacer?

Si pasa que la extraño demasiado. De solo imaginar que hay hombres allí que intentarán acercarse a ella, me pone loco, más de lo que ya estoy. Y miren que mi locura por ella, desde un principio, ha sido desmedida. Así que imaginen ahora cómo están mis pensamientos.

La verdad es que llego a ser asfixiante y lo reconozco. Pero con ella soy así y no hay nada que pueda hacer.

¡No quiero!

Con ella soy así y así moriré. Porque espero que lo que tenemos sea para toda la vida, ¡digo!, si es que logro cumplir con lo que me pidió.

Eso también me tiene loco.

Cada vez que hablamos me advierte que me comporte, pero eso está de más.

¡Juro que mejor no lo puedo hacer!

Y es que mis ojos ya no miran con lascivia a ninguna otra mujer.

La acosadora ya se marchó del hotel. Lo supe por un comentario que me hizo Loana en la recepción, y casi brinco de la alegría.

Solo fue describirla y enseguida supo de quién se trataba. Loana es una mujer muy perspicaz y siempre reconoce a los huéspedes, aunque solo estén dos o tres días.

No sé cómo lo consigue, porque aquí entran cientos de inquilinos, diariamente. A pesar de lo inmenso que es el hotel, no falla captando a las personas. No por gusto es una de mis mejores gerentes.

A la rubia loca de Dennise la tuve que frenar en seco, porque se atrevió a llamarme al móvil, cuando sabía que eso estaba terminantemente prohibido para ella.

Siempre fue así desde siempre, incluso antes de conocer a Adrianne. Siempre fui yo quien la llamó cuando estaba aquí, en París, y desde luego que no se hacía esperar. Pero la situación es otra y tuve que decirle que prescindiría de su compañía.

No pienso verla nunca más. Solo agradezco que Adrianne no estaba para ver esa llamada, o de lo contrario, ahora estaría metido en serios problemas.

Por otra parte, ya mi linda ocupó su apartamento, pero por motivo de su viaje no he podido visitarlo y yo ya estoy recuperado de la herida.

Fue atendida cada día por la enfermera que trajo mi hermano y, todavía, permanezco en el hotel.

Me pidió hacerlo, ya que insiste en que esté aquí hasta que él se marche. Según lo que me ha dicho creo que será dentro de una semana.

Vanesa está peor que yo con las llamadas y, de la misma forma en que él me jode, yo también lo hago. Creo que está sintiendo cosas por ella, aunque no lo quiera admitir.

Solo estoy esperando que regrese a Londres para largarme a mi apartamento. Ya lo visité y quedó perfecto. Es un Penthouse hermoso, exquisitamente decorado y amueblado. Listo para ser ocupado.

Aquellos labios rojos [Libro 1 de la serie posesivos]. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora