Adrianne
—Amiga, ¿dónde estás? —Siento a Camile llamarme en la habitación, mientras estoy en el baño, duchándome, quitándome el olor a sexo.
—Estoy en el baño. Espera un momento. Enseguida salgo.
Después de unos minutos y ya en pijama, salgo a su encuentro. Mi amiga está sentada en una de las sillas que tengo en la habitación.
—¿Y eso tú por aquí, Camile? Pensé que te habías ido al club. ¿No ibas con Remi?
—Sí, pero aún es temprano y vine a ver si te hago cambiar de idea.
—Ni lo sueñes. Ya les dije que estoy agotada y necesito descansar. Mi cuerpo me lo está pidiendo a gritos.
—¡Ay, amiga!, si lo menos que has hecho ha sido descansar —asegura, dejando escapar una risilla pícara. Sé perfectamente por qué lo dice, así que también me río.
—Acabo de ver salir a tu diablo. No has descansado, bien podrías...
—Precisamente por eso —la corto—. Estoy agotada y necesito descansar. Bien sabes que en los próximos días llega a París la semana de la moda, y ya con Eithan tengo suficiente para sentirme agotada. Necesito reponer fuerzas o estaré peor que pescado en nevera sobre esa pasarela.
Suelta una carcajada mientras la miro de pie, con los brazos cruzados a la altura del pecho. Frunzo el ceño y marco un paso, en el mismo lugar, con uno de mis pies.
—Calma, amiga, es que ustedes dos son como una pareja de conejos. Quieren vivir follando constantemente —vuelve a soltar la risilla—. Pero me alegro por ustedes. Solo espero que te estés protegiendo.
Pienso en lo que dice y recuerdo que justamente hoy, no nos protegimos. Hoy dejó su semilla dentro de mí. Últimamente, lo hemos hecho sin protección, pero él siempre fue cuidadoso y terminó afuera.
Me siento en la cama, absorta en mis pensamientos, hasta que mi amiga habla:
—Adrianne, ¿no me dirás que no te estás protegiendo? —Enarca una ceja—. Sabes perfectamente que ese sería un gran error. Si quedaras embarazada vas a perder mucho en tu carrera. Las marcas podrían rescindir del contrato. Es una de las cláusulas que nunca falta. Un embarazo podría dar por terminada tu carrera profesional.
Ella tiene razón. Un embarazo, a estas alturas de mi carrera, significaría un retiro. Tengo veinticinco años y ya mi carrera profesional está consolidada, pero en el mundo del modelaje esa edad ya pesa en tu contra. Únicamente me resta esperar que no suceda nada o, de lo contrario, estaría perdida.
—Sí, amiga. Hoy lo hicimos sin protección, pero de nada vale preocuparse antes de tiempo —su expresión es de fastidio—. Si sucediera ya habrá tiempo para eso. Mis días están próximos, así que esperemos.
Exhalo un suspiro y me dejo caer en la cama, para darle descanso al cuerpo. Apenas tengo fuerzas para hablar y, cuando me estaba duchando, pude ver las diversas marcas que tengo alrededor de mis caderas.
Las manos de Eithan me han dejado moretones por doquier. Doy gracias a que todavía faltan unos días para el desfile, y no es de lencería. De lo contrario, Remi tendría que hacer su magia para cubrir las marcas del diablo.
—Adrianne, por cierto, acabo de conocer a tu cuñado. ¡Qué hombre, por Dios!
Mi amiga me distrae de mis pensamientos.
Eso era lo único que me faltaba. Que esta mujer ahora me venga con eso. No conoce al demonio que es Nathan. Por ese mismo motivo me afano en hacerle entender. Me incorporo en la cama. Quedo sentada para poder tener una plática seria con ella.
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Aquellos labios rojos [Libro 1 de la serie posesivos].
RomanceADVERTENCIA: En la historia encontrarás contenido adulto, empresario millonario y modelo de alta costura, sexo duro y explícito, amor, celos, humor, juegos sexuales y hombre posesivo. Adrianne Laurent, una mujer sumamente hermosa, poseedora de unos...